Capítulo 10

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Son casi las ocho y el sol está a muy poco de ocultarse y dar paso a la noche, empiezo a caminar hacia el centro de la ciudad en busca de un lugar donde poder pasar la noche, camino por las calles de la ciudad pensando en que no habían cambiado mucho desde la última vez que vine, aunque claro la última vez no había puesto especial atención en los detalles de la ciudad, en aquel momento todos mis pensamientos se centraban en encontrar a Annabeth, sonrió con melancolía aunque suene tonto no puedo evitar añorar esos tiempos, a comparación de lo que he vivido durante los últimos dos años, el cruzar el país en busca de Annabeth y Artemisa no suena tan terrible.

El recuerdo de dos cazadoras no tarda en cruzar mi mente, Bianca y Zoe murieron en aquella misión y a pesar del paso del tiempo no ha habido un solo día en el que los recuerdos de sus muertes no me opriman el pecho.

Llego al centro de la ciudad y la gran cantidad de edificios y luces me hace añorar New York, camino entre la gente intentando no chocar con nadie, fallo en el intento, a duras penas logro mantener el equilibrio cuando una chica de cabello rojizo choca contra mi precipitándose al piso, rápidamente la ayudo a incorporarse mientras le pido disculpas avergonzado

—Lo siento...iba distraído— le digo mientras ella se acomoda su alborotado cabello ondulado

—No te preocupes, tendría que haber estado más atenta— me contesta ella mirándome con unos penetrantes ojos azules. Nos quedamos en un incómodo silencio durante unos segundos

—Clarissa Meyer— dice extendiendo su mano. No puedo evitar desconfiar, tantos años enfrentándome a monstruos disfrazados de mortales ha hecho que gestos tan simples como estos me hagan estar en alerta, por esa misma razón he aprendido a reconocer a los monstruos que pese a su habilidad camuflándose siempre dejan (sin saberlo) una pista de su verdadera naturaleza, y por eso me atrevo a asegurar que Clarissa es mortal, espero no equivocarme

—Percy Jackson— le contesto apretando su mano

—Entonces ¿Qué te trajo a Washington? — Habíamos iniciado una conversación después de nuestro encuentro en medio de la calle, ella en aquel momento me guiaba hacia un lugar en el que según ella podría descansar tranquilamente, Clarissa es bastante bajita con suerte llegaría al 1,60, de contextura bastante delgada, su piel es pálida y sin pecas, me recuerda un poco Rachel, pero a diferencia de ella sus ojos son de un azul profundo y su cabello pelirrojo es bastante oscuro siendo más castaño rojizo que rojo como tal. A pesar de conocerla hace tan solo unos minutos sentía como si lo hiciera de toda una vida, aquella chica desprendía confianza

—Es...una larga historia— Me mira inquisidoramente con sus enormes ojos, para luego lanzar una carcajada

—¿No estarás huyendo de la policía? ¿verdad? — Aquel comentario sin quererlo me hace reír sinceramente después de mucho tiempo, ella solo sonríe rodando los ojos ante mi reacción

Llegamos a un edificio de cuatro pisos de color blanco con grandes ventanas y unas puertas de madera y cristal en la entrada, luce acogedor.

—Bueno es momento de irme— me dice ella con una sonrisa, aunque puedo notar un poco de melancolía en su voz — Ha sido un placer acompañarte, Percy

—Gracias— le digo sinceramente— de no ser por ti, seguiría buscando un lugar donde quedarme, gracias Clarissa— Ella hace una pequeña mueca ante la mención de su nombre

—Llámame solo Clary, no soy muy fan de mi nombre— Yo solo asiento con una sonrisa, no puedo evitar sentirme identificado

Ambos nos despedimos, y en un momento de iluminación recuerdo pedirle su número de teléfono, con la promesa de encontrarnos otro día la veo cruzar la calle y tomar un taxi. Entro al edificio y me acerco a la mujer de recepción, se ve amargada su cabello es negro y ya deja entrever una que otra cana, sus ojos marrones lucían cansados y unas grandes ojeras se posaban bajo ellos, a pesar de todo ello la mujer era bastante atractiva

—Una habitación por favor— La mujer me mira por unos instantes con apatía, para luego mirar mi brazo

—Eres un semidiós— susurra. Maldigo en silencio, me había quitado la sudadera hace unos momentos. Me preparo para un ataque, pero la mujer solo ríe y subiéndose la manga me deja ver un tatuaje como el mío con el símbolo de Venus y las líneas de diez años de servicio— Ha pasado mucho tiempo...— la mujer se para y se acerca a un cajón sacando una llave de el— Habitación 33b, cuarto piso— dice dándome la llave— No hace falta que me pagues, debes estar cansado— Niega con la cabeza cuando intento darle unos billetes. Le insisto un poco, pero la verdad estoy que me caigo de lo cansado que estoy, finalmente cedo y me encamino hacia el ascensor, mientras se cierran las puertas escucho a la mujer susurrar algo sobre lo peligroso de las misiones.

Llego a mi habitación más muerto que vivo y abriendo la puerta me adentro a la acogedora habitación, dejo mi mochila en una mesa y me siento en la cama, miro el reloj son casi las diez aun podía considerarse temprano, suspiro profundamente, tomo mi mochila y saco una hamburguesa algo aplastada de la funda en la que puse horas antes, a pesar de estar fría y aplastada el delicioso sabor inunda mi paladar, la termino con rapidez y me encamino al baño para tomar una ducha. Ya más relajado me acuesto en la cama, a pesar de estar cansado no consigo conciliar el sueño, doy varias vueltas en la cama, para finalmente centrar mi mirada en la ventana, no tengo una buena vista, además las luces de la ciudad impiden que las estrellas puedan verse, aun así, puedo ver la constelación de Zoe brillando con fuerza, sonrió tristemente y con ese pensamiento en mente caigo en los brazos de Hipnos

Frio.

Mucho frio.

Mi cabeza da vueltas, mi estómago esta revuelto y mis dientes castañean, intento incorporarme sin éxito, cada musculo de mi cuerpo se siente pesado, parpadeo intentando aclarar mi mente. ¿Dónde estoy? ¿Cómo llegue aquí? ¿Quién soy?

Irina...

Una punzada de dolor en el cerebro me paraliza por unos instantes nublándome la vista, me retuerzo por unos segundos.

—Irina— susurro antes de que otra punzada de dolor me embargue. Mi nombre, ese es mi nombre. Con un poco más de claridad mental empiezo a observar mi alrededor, estoy en una habitación completamente vacía, no hay ventanas y las paredes son de metal, una puerta se encuentra a poco más de un metro de donde me encuentro, una bombilla titila colgada en el techo. Estoy encerrada, aquel pensamiento me llena de pánico y siento como si una piedra me apretujara el corazón. Tengo miedo, mucho miedo. 



¿Semidiós o Vengador?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora