Capítulo 1.

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James.

—Buenos días, doctor.

Cece se cuela en la habitación, con un café descartable en su mano izquierda y una abarrotada cantidad de carpetas en la derecha.

Me da una fugaz sonrisa, antes de depositar el café en el escritorio y tomar asiento en una de las butacas negras frente a mi.

—Buenos serán para ti—refuto, bebiendo un sorbo del café. 

Tres de azúcar y demasiado caliente. 

Exquisitamente reconfortante. 

Sus ojos me escanean de manera burlona.

—Apuesto a que el pequeño de la señorita Lea tiene algo que ver.

Sin duda, cuidar veinticuatro horas a ese pequeño terremoto andante era más exhaustivo que correr seis kilómetros en media hora.

Podía parecer un pequeño niño sumamente adorable, pero verdaderamente, estar más de 60 minutos en las mismas cuatro paredes no era lo más grato de sentir. 

—Mi sobrino es un dolor en el trasero—me quejo.

Una pequeña carcajada escapa de los labios de Cece y por primera vez en muchísimo tiempo la examino.

Luce extrañamente cansada, escasos cabellos grisáceos se cuelan con rebeldía en su melena rojiza y las bolsas marcadas bajo sus ojos avellana delatan sus casi sesenta.

—Considera tomarte un descanso—le aconsejo, viéndola rebuscar entre las carpetas.

No era la primera vez que se lo decía, de hecho, puedo recordar la vez que le obsequie pasajes al Caribe, un hotel de lujo pago y una tarjeta para disfrutar de unas merecidas vacaciones, vacaciones que nunca tomo. Supo declinar mi propuesta, alegando que teníamos demasiado trabajo y no podía permitirse dejarme solo en esto. 

Era muy obstinada pero realmente eficaz.

—Tengo una mala noticia—esquiva el tema. Tendiéndome una de las tantas carpetas que cargaba hace unos minutos.

La analizo extrañado.

Era una historia clínica de un paciente, era fácil deducirlo puesto que las carpetas verdes estaban destinadas a eso.

—¿Algún familiar desconforme?—procure adivinar.

Negó.

—Tres médicos renunciaron a su caso. Smith, Tanner y Collins. No habla, los primeros días resultó demasiado problemática y tuvo ya dos discusiones con una enfermera y una interna—informa.

Los datos de la paciente 23 se muestran ante mis ojos. 

26 años. Estudiante de Arquitectura. Trastorno obsesivo-compulsivo. Dos intentos de suicidio. 

Melena corta y castaña. Ojos cafés. Lindos ojos cafés. 

—¿Qué hay de Burnett? Deriva el caso a...

—El doctor Burnett tiene los pacientes completos—me interrumpe—Quizás debamos trasladarla a otra clínica—propone, expectante a mi reacción.

—Joder...de Justin lo entiendo, es mi socio pero ¿Qué hay de Tanner y Smith? Le pagamos para atender a los pacientes—replico con frustración.

—Puedo organizar una junta si lo desea.

—No, está bien, me encargaré de hablar con ellos luego. ¿Qué se sabe de la chica? Además de su trastorno, claro. 

—Se llama Jade Williams. Hasta hace tres meses vivía con su madre, padre y su pequeño hermano de 5 años.

Asenti. 

--Información del entorno. 

—Su familia fallecio. Estuvo dos meses viviendo con su abuela. La señora no brindo mucha información solo dijo que era una chica inquieta, posiblemente adicta a drogas que tenía pensamientos agresivos, incluso, hizo alusión a lastimar a su abuela en más de una ocasión, segun el testimonio de la misma. 

—¿Algún informe de los médicos que la atendieron?—indago, observando la pequeña foto posiblemente tomada del DNI. 

26 años y una vida, seguramente, arruinada. 

—Smith no tuvo diálogo alguno con ella y Tanner prefirió no hacer ningún informe.

—Bien. Tomaré el caso.

Los ojos de Cece me contemplan con estupefacción y puedo entenderla.

Después de lo sucedido con Madison, no volví a interactuar con los pacientes, me encerré en las cuatro paredes de mi despacho y me dedique al papeleo y la parte económica de la clínica. Desde esa vez, jure que jamás volvería a tomar un caso.

Pero debía afrontarlo, ya habían pasado tres jodidos años y pese a que la culpa me carcomiera todas las putas noches y los recuerdos que parecían empolvados revivieran de a ratos, debía afrontarlo.

—¿Esta usted seguro?

La observé enternecido.

Sus ojos reflejaban preocupación.

—Cece, te quiero como a una madre. Fuiste un pilar fundamental en cuanto a lo sucedido, pero no puedo vivir con este miedo toda mi vida—murmuró, tomando sus manos.

Ella me sonríe cálidamente.

—Lo quiero como a un hijo, James. Lo conozco desde que se hacía pipi, prometame que si ve que algo va mal derivara el caso a otro médico o bien a otra clínica--me pide y puedo ver miedo reflejado en su mirada. 

—Te lo aseguro, Cece—prometó, conciliador.

La mujer parece tranquilizarse apenas.

—Bien. Seguiré trabajando—se reincorpora de la silla.

—Otra cosa. ¿Cuál es la habitación de Jade?

—Habitación 27 piso 2—me informa, retirándose de la oficina. 

Posiblemente era una desastrosa idea, o quizás no era tan absurda después de todo.

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⏰ Última actualización: Aug 08, 2019 ⏰

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