» 1. Meet me, meet me

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–Si no hubiese sido por ese chico tonto, habría alcanzado un poco de la ensalada del día y no estaría quejándome aquí contigo. Así que, si quieres que pare de hablar, consigue esa ensalada para mí.

–No lo haré, Patrick –respondió el chico que acomodaba sus gafas sobre el puente de su nariz –No sería lindo ir y buscar a alguien que quiera darte un poco de su almuerzo. Después de todo, no eres el único que quiere de esa ensalada.

–Pero ese chico se metió a la fila, ya te lo dije –insistió su amigo, quien también usaba anteojos, pero a éste poco le molestaba el accesorio –Tuve la oportunidad y él me la quitó. Ni siquiera sé quién es.

–¿Y por qué no vas y compras algo fuera de la escuela? Sabes que no está prohibido salir.

–Como sea, lo intentaré.

Y así sin decir nada más, el de cabellos rubios se levantó, se colgó la mochila al hombro y caminó entre zancadas hasta la salida de la cafetería. Brendon, todavía asimilando el hecho de que había quedado solo, permaneció sentado con las piernas cruzadas hasta que cayó en la cuenta de que era mejor moverse de ahí y dejar la mesa para alguien que sí quisiese comer su almuerzo. Entonces se levantó y también salió del lugar con su mochila en su espalda.

Dado que todavía tenía una hora para que su clase de inglés comenzara, decidió relajarse y darse una vuelta por la biblioteca. Biblioteca era sinónimo de paz, comodidad, entretenimiento y muchas otras palabras con lindo significado. Subió por el ascensor –se dio el lujo de usarlo ese día ya que normalmente subía los tres pisos por las escaleras a petición de su amigo, el mismo que lo abandonó– y llegó más rápido de lo común. Entró a la silenciosa sala y tomó asiento en uno de los sillones de la esquina. El de color verde era su favorito.

Sacó su cuaderno de dibujo y buscó una página en blanco. Le parecía hermosa la vista que se le manifestaba en la ventana de enfrente que tuvo las ganas de plasmar la imagen en su preciado libro. Su lápiz pronto tuvo en mano y comenzó a trazar. Fueron más de cuarenta minutos los que estuvo ahí, vista hacia el ventanal y ocasionalmente hacia el cuaderno, por lo que jamás se percató de lo que ocurría con su mochila ubicada en sus pies. Eso lo supo cuando dejó la biblioteca, llegó a su clase de inglés y pretendió sacar el libro de la materia.

«Te he estado observando por un tiempo».

Una nota. Encontró una nota pegada en la portada del libro, escrita en tinta negra con una caligrafía que no conocía. El mensaje, las palabras que contenía, todas ellas juntas. Era extraño. Lo más extraño era el posible modo en el que esa nota llegó a su mochila. Habían dudas en la mente del pelinegro, dudas que lo tenían tan absorto que no estaba poniendo atención a la clase. ¿Quién escribiría algo así? ¿La nota era para él o llegó por accidente a su mochila? ¿En qué momento la nota tomó lugar en la portada de su libro? ¿Por qué alguien le escribiría a alguien que le había estado observando?

–Oye, ¿estás bien? –le preguntó una chica a su lado, la más joven de la clase, por cierto –Estás más pálido de lo normal.

–No es nada, sólo...

–Uy –la chica de ojos azules miró la nota que Brendon sostenía en mano –El mes del amor se acerca peligrosamente.

–¿Reconoces la letra?

–No –susurró ella –Creí que tú la habías escrito.

–No, no. Estaba en mi libro, pero no tengo idea de cómo terminó ahí.

–Oh, Urie. Al parecer tienes una admiradora secreta –dedujo ella con una sonrisa tan... ¿cómo decirlo? ¿Extraña? Bueno, así sonreía ella todo el tiempo –Tengo curiosidad por saber quién es.

–No sabemos si esta nota es para mí o alguien se equivocó al...

–Brendon, Billie, atención a la pizarra, por favor –pidió el profesor al darse cuenta lo parlanchines que estaban esos dos alumnos.

Después de ese sermón, Brendon no habló más y guardó la nota entre sus cosas, todavía con miles de dudas rondando en su cabeza.

You'll never know a single thing about me •• BrallonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora