» 9. You'll single out the wrong words

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–Awsten Knight –Dijo con la mirada más concentrada que Dallon le había visto, además de que golpeaba la punta de su bolígrafo contra su barbilla. Verlo era gratificante para el policía –Él estudia francés. Por otro lado, Finneas O'Conell es su profesor.

–También fue mi profesor el verano en que su casa se infestó de cucarachas y le presté una habitación a él y a su hermanita cuando buscaban un techo –Comentó Dallon –En un mes aprendí mucho.

Brendon estaba atónito.

–¿Te enseñó francés en un mes? Maldita sea, esto suena como un trabalenguas –Se quejó riendo.

–Sí, lo hizo. Ryan también intentó aprender, pero simplemente no era lo suyo.

–¿Conoces a O'Conell?

–Nos conocimos en la preparatoria y desde entonces hemos sido buenos amigos los tres.

–¿Los tres? Oh, hablas de Ryan –Supo Urie –Ahora que lo recuerdo...

Del bolsillo de su pantalón sacó la hoja que el de cabello azul le imprimió en su tienda. Se había dicho que revisaría la lista de los clientes en cuanto la tuviera, pero debido a que el día anterior estaba cansado, al llegar a casa sólo se metió a la cama y durmió hasta que la alarma se lo permitió. Ahora, teniendo tiempo libre para dárselo a su caso, era buen momento para revisar esa lista. Desdobló el papel y lo leyó en su mente hasta que lo vio.

«O'Conell Finneas» estaba en la lista junto a muchos otros nombres que Brendon no reconocía. Sabía que el profesor de francés tenía que estar ahí, pero ahora no podía recordar para qué le serviría eso. ¿A quién más estaba esperando encontrar?

Así como antes todo señalaba a Billie, su compañera de clase, ahora las pistas indicaban que Finneas era el personaje principal del caso, pero Brendon seguía sin querer creerlo. Es decir, ¿un profesor de veinticinco años que jamás había visto le estaba escribiendo notas por el día de los enamorados? No sabía qué sonaba más ridículo, pero eso definitivamente carecía de sentido.

–Oye –Dijo con una voz que preocupó al oficial en cuanto lo oyó –Tú conoces a ese tipo, el tal Finneas. ¿Crees que...? –La vergüenza que lo invadió lo hizo callar, pero de alguna manera encontró el coraje para terminar su pregunta –¿Crees que sería capaz de enamorarse de un chico como yo al grado de acosarme de esta forma? ¿Tu amigo es ese tipo de persona?

No hubo pronta respuesta, pues Dallon hacía el trabajo de poner ojos tristes y dejar caer lentamente sus hombros. El desánimo y la decepción del pelinegro le provocaban una sensación de culpa y pena, cosas que no podía ignorar o hacer a un lado para responderle. Realmente tardó mucho en hablar, pues Brendon le dedicó una mirada que le exigía decir algo, aunque no sabía qué. Y soltó lo que pudo inventar.

–No creo que lo haría. Él no. Lo conozco desde hace tiempo, así que me sorprendería si alguien me dijera que está haciendo eso. Mira, sé que las pruebas lo adulan mucho, pero pienso que todavía hay más allá que esto –Cambió favorablemente el tema –Aún no sabes qué lugar tiene aquí el tal Awsten, y no has puesto mucha atención a esa lista. Quizá hay un código aquí o algo así.

Ya que estaban en el suelo, Dallon se arrastró hacia donde estaba el otro y tomó la lista entre sus manos. Brendon quedó recargado en la pared, abrazando sus rodillas y deseando que lo que decía Dallon fuese cierto. «Todavía hay más cosas por resolver». No podía dar una sentencia tan pronto, mucho menos cuando no sabía los planes del autor; aún no tenía claro hasta qué momento el responsable dejaría de darle notas. Quizá esa persona sería tan amable de soltar su último mensaje con una buena indicación de alto en él, algo como: «Por cierto, ya no esperes más notas, esta es la última. ¡Suerte en encontrarme!».

Si tan sólo fuera así de fácil...

–Brendon –El llamado del oficial lo detuvo de seguir pensando en nada, volteó y detectó en su aliado una extraña expresión de alarma –La nota. Dame la nota.

El nombrado hizo lo que le pidió, extrañado, y luego preguntó.

–¿Qué encontraste?

–«Tienda del caballero» –Respondió Dallon luego de tomar la nota que el otro le pasaba y sonrió amplio –Ryan no aprendió mucho, pero al menos las clases le sirvieron para inspirarse en el nombre de su papelería: «Magasin de chevalier».

–Todo está en francés –Cuadró el menor –¿Entonces Ryan tiene que ver en esto?

–No lo sé, pero creo que no estaría mal etiquetarlo de sospechoso.

–¿Ahora vamos a creer que Seaman es el que me escribe las notas como lo pensamos de Finneas hace un minuto? Hay pensar racionalmente –Analizó Urie, mano en la barbilla –Porque si lo piensas bien, Ryan no tiene nada que ver con las notas.

–Pero acabas de...

–Él estuvo en la tienda conmigo todo el tiempo. No pudo poner las notas en el parabrisas –Razonó sabio.

–Entonces alguien más lo hizo –Entendió Dallon mirando hacia el papel donde las compras de «Magasin de chevalier» estaban registradas. Sin saber qué hacer, se la devolvió a Brendon para que éste analizara más a fondo. El menor lo hizo, leyendo todo con cuidado y dando mayor atención al nombre de la tienda.

–¿Tienda del caballero, dijiste? –preguntó con el entrecejo arrugado.

–Así es.

–Del caballero. Caballero, caballero –Siguió diciendo mientras pensaba y pensaba –Chevalier. Caballero... –Miró de nuevo la hoja con más curiosidad –Washi Tape. Chevalier. Francés. Caballero.

–Uh, ¿Brendon?

–«Knight» –Murmuró –Awsten Knight debe ser el caballero francés. El día de los enamorados, la cinta, su profesor, la canción... ¡Él la robó!

You'll never know a single thing about me •• BrallonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora