Capitulo 7 🌧

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Candela/ Cande

Me muevo de un lado hacia el otro, rasco mi cuero cabelludo infinitas veces y decido sentarme en el sofá que dormí la noche anterior, sujetándome la cabeza entre mis manos. Siento que ahora mismo todo se nubla, que tengo más problemas de los que tendría que tener y que no se si es buena idea quedarme aquí. Claramente es una familia llena de problemas y drogas, y aunque no haya visto a Daniel ni a Jesús aún en ese estado no dudo ni un segundo en que debe ser igual a las influencias que tiene como padre.

— Vamos.- Daniel aparece de repente delante de mí y me toma de la muñeca, arrastrándome por el suelo de madera de su cabaña. -Iremos a comprar algo para cenar esta noche.

— ¿A comprar?- le pregunto, empujandolo y arreglando mi ropa, poniendola acorde a mi cuerpo- ¿Comida?

— No. Mariposas. — me dice, poniendo sus ojos en blanco, siendo obvio. — Camina, niña tonta.

Veo como pone en su bolsillo su monedero junto a una pequeña caja de cigarros, sale delante de mi dejándome atrás. Decido correr hacia su lado y seguirlo, mientras lo miro de perfil y noto que en su mejilla derecha tiene un corte recién hecho.

— Tu padre... ¿Tu padre te hizo eso? - Daniel me mira frunciendo su ceño mientras seguimos caminando. — Jesús me lo ha dicho.

— Olvida lo que pasó en esta puta cabaña,Candela.

— Daniel, no se nada de tu vida, ¿esta bien? Pero tampoco puedes excluirme de tus problemas si yo estuve presente allí.

— ¿Estuviste involucrada? ¿Alguien te hizo algo? - pregunta desafiante y yo niego, derrotada.- Entonces no estás excluida de absolutamente nada.

***

Los mosquitos zumban en mis oídos y hacen que me mueva como una desquiciada sobre el sofá, mientras sacudo mis manos luchando con poder matarlos, algo que claramente no puedo hacer ya que fracaso en el intento por el sueño que tengo y las pocas energías que éste mismo me da. Pero logro sobresaltarme más cuando escucho ruidos fuera de la cabaña, como si algunas pisadas que crujen sobre las ramas estuviesen ahora mismo cerca, intentando entrar a la propiedad. Con cautela camino en puntillas hasta la habitación de Daniel y en silencio, bajo la manija de su picaporte, para encontrarme con él boca abajo, durmiendo.

— Daniel.- susurro desde la puerta pero creo que nadie se levantaría con algo tan estúpido de escuchar. Camino aún más lento, para no hacer tanto ruido y llegó hasta la punta de su cama, mientras muevo su pierna con fuerza.-¡Daniel! — exclamo y el se sienta de repente, apuntándome con una navaja que tenía reposada en su mesita de noche.- ¡Espera! ¡Soy yo!- le grito, alzando mis manos.

Daniel recupera poco a poco el aire acumulado en su pecho y veo como lo sube y lo baja con rapidez. Refriega con sus nudillos sus ojos y me mira expectante a saber que más pasa.

— Hay alguien afuera.- digo con miedo.

El se pone de pie, descalzo y con unos pantalones negros de dormir, y camina lentamente, poniendo en alto su navaja. Cuando yo intento dar un paso para seguirlo, él se da la vuelta y me hace una seña con su dedo índice.

— Quédate aquí. — me susurra.

Trago gruesamente y decido hacerle caso, mientras que muerdo mis uñas y me siento a esperarlo realmente incómoda sobre la orilla de su cama. Escucho como poco a poco abre la puerta de su cabaña, y luego de tres minutos de intriga, ésta misma se vuelve a cerrar y veo como pacíficamente camina y cierra la puerta de su habitación, simulando tener un semblante despreocupante.

— Solo era un estupido perro.-me dice, mientras guarda la navaja en el cajón de su mesa de noche.- La próxima vez escucha mejor.

— Lo lamento, ¿esta bien?- le digo enojada.- Pero prefería alertarte antes de que sucediera algo con la estúpida cabaña, Daniel.

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¡Nuevo cap!

———¡Nuevo cap!

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Por casualidad niña tontaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora