Candela / Cande
Recojo de mala gana lo mi ropa, me visto y decido salir de la habitación y me dirijo a la recepción encontrándome a la misma chica de ayer.
— Lo imaginé. - me dice, cuando le extiendo la llave. - Imaginé que viniste aquí por una pequeña pelea con tu novio.
La miro boquiabierta y ella me guiña su ojo, lanzando una pequeña risita nerviosa. Yo niego con mi cabeza, pero no puedo darle una explicación. No puedo contarle en segundos el porque estoy aquí.
— Si, fue eso. - le miento. - Gracias de todas formas.
Saco de mi cartera el dinero que tengo que pagar y las dos estrechamos nuestras manos, para yo irme mientras tomo rápidamente la llave de mi Yamaha en mi mano. Daniel se encuentra al lado de mi moto, montado sobre una Suzuki azul oscuro que me cautiva al instante que la veo.
Es mi favorita y daría mi vida por tenerla.
— Mierda. ¿Es tuya? - le pregunto a lo cual él asiente. - ¿Enserio?
— Si. - me responde frío. - ¿Nos vamos o tendré que esperarte otros veinte minutos?
Asiento, sin quitar mi mirada de su gran moto mientras me subo a la mía, y me siento verdaderamente mal por el Yamaha que tengo al no poder montarme sobre aquella pieza de dos ruedas que muchos se morirían por tener.
Daniel comienza con sus pies a ir hacia atrás y cuando ya está en dirección para partir, me hace una seña con su mano izquierda, indicándome que lo siga.
***
Otra vez estábamos en la cabaña de Daniel pero algo estaba mal.
Fuertes gritos se escuchaban dentro del interior de la propiedad y ésto le alarmó al moreno que me estaba dando refugio, por lo cual tapo su moto rápidamente y entró, dándole una patada a su puerta.
Aferré las correas de mi mochila en mis manos, apretando más de ella sobre mi espalda, y cuando entre y vi la situación, me quedé inmóvil en mi lugar sintiéndome excluida de todos.
Jesús, el hermano de Daniel, se encontraba en el piso, sangrando, mientras que un hombre mucho mas avejentado pero en forma, alto y super flaco, tenía sus nudillos teñidos en sangre, mirando con furia al moreno de mi acompañante que trataba de calmarlo mientras lo sostenía por las solapas de su camiseta de tirantes.
— ¿Que mierda haces aquí, Juan Carlos? — le pregunta Daniel desesperado.
— ¡Esta es mi puta casa! -grita, mientras empuja a Daniel y lo hace chocar contra su ventana.- Ustedes deben largarse ya de aquí.
Se notaba que aquel hombre estaba drogado por la forma en la cual estaba parado junto a sus ojos rojos que lo acompañaban de unas terribles ojeras.
Entré timorata, mirando toda la situación, viendo como Jesús sostenía su nariz sangrando en sus manos, quejándose del dolor.
— ¿Ahora refugias encima a tus putas aquí? — le grita aquel Juan Carlos a Daniel y el moreno se incómoda en su lugar mientras los dos me miran.
Decido hacer oídos sordos porque no me quiero dejar llevar por las palabras de un drogadicto, pero de todas formas en cierto punto eso me dolió, por más que yo supiera bastante bien que no era puta de nadie, porque no había hecho absolutamente nada con Daniel .
— Ven.- le susurro a Jesús mientras le extiendo mi mano y él la acepta, parándose a duras penas.- ¿Cual es tu habitación?
Jesús me señala la puerta que está justo al lado de la de Daniel y los dos caminamos rápidos, evitando a aquellos dos hombres que vuelven a gritarse apenas nosotros entramos al pequeño cuarto desordenado.
— ¿Quien es? - le pregunto a Jesús mientras lo dejo reposado sobre la orilla de su cama.
Jesús toma una camiseta que estaba tirado al lado de su pie en el suelo y lo pone sobre su nariz.— Nuestro estúpido y viejo padre. -me dice, aguantándose el dolor.
— ¿Es su padre? -le pregunto sorprendida y él asiente, poniendo sus ojos en blanco.- ¿Y que sucedió, Jesús ?
— ¿Que haces aquí? ¿Daniel fue llorando a recuperarte? — pregunta riendo, volviendo a ser aquel idiota que he conocido hace unas horas. Creo que ni a un segundo de su muerte dejará de ser como es. — Oh, vamos. Yo sé por qué mi hermano fue a buscarte.
— ¿Por que? — le pregunto, poniendo las manos en mis caderas.
— Porque estás terriblemente buena.
Resoplo enojada y voy hacia él, sentándome a su lado y quitándole la mano de su nariz. Cuando tomo la camiseta que ya estaba bañada en sangre, aprieto de él fuertemente y el se queja.
— ¿Dejaras de decir estupideces o quieres que termine con lo que el drogadicto de tu padre ha comenzado?
Jesús se queda callado con una expresión de dolor en su rostro y yo aflojo la fuerza que estoy proporcionándole solo por lástima. Los gritos ya no se escuchan, pero sí un fuerte portazo que hace temblar a todas las paredes e incluso la puerta de la habitación de Jesús.
———
¡Nuevo cap! ❤️
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Por casualidad niña tonta
Novela JuvenilMe doy cuenta de que he repartido mi vida entre amores ligeros, Amores baratos, Amores vacíos, Amores llenos de soledad. Me doy cuenta de que mi tiempo ha sido mal invertido, En amores de un atardecer, Amores de una noche, Amores de pocos besos. Me...