El temor del adolescente estuvo presente en todo momento, y no era de extrañarse, incluso viniendo del ruso. Estaba firmemente atado, sobre una motocicleta, con un tipo desconocido del cual solo sabía su nombre. Sumado a la ecuación que ya se alejaban de la ciudad y que no tenía idea de a dónde carajo lo llevaban.
No era el mejor día para Yuri.
Otabek tomó caminos desconocidos y extraños. Caminos por los cuales nunca se había trasladado dentro de Detroit.
Probablemente serían calles más frecuentadas por personas como él. Criminales, pandilleros, ladrones. Estaban llenas de construcciones abandonadas y graffitis.Se fijó en las personas que caminaban por el lugar. Su andar era tranquilo, al igual que sus rostros.
Todos lucían tan despreocupados. Como si todo a su alrededor estuviese bien y sus problemas no fuesen la gran cosa.
La mayoría de las personas en ese horrible sector probablemente ya habían pasado por algo similar a lo que él vivía. O tal vez no, quizás él era un caso especial. Se quedó meditando aquello.
Tal vez su situación no era tan fatídica. Muchos otros adolescentes debieron antes de él pasar por experiencias traumáticas, en mayor o menor grado. Ser la víctima nublaba los sentidos de cualquiera, pero analizar la situación en tercera persona ayudaba a buscar vías de escape, y eso fue lo que Yuri hizo para calmarse.
Otabek había tenido en el callejón una nueva oportunidad de acabar con su vida y sin embargo, no lo hizo.
Ya comenzaba a dudar un poco de él. ¿Por qué, en lugar de atarlo y llevárselo a otro lugar, no lo había matado y ya? Era algo que no alcanzaba a comprender.
Buscó en su cabeza alguna manera de zafarse. Su teléfono estaba muerto y solo poseía un aparato además de su celular para una tarea así.
El adolescente guardaba una pulsera que se había negado desde niño a ponerse. Seguramente una joya no ayudaría a su situación, si es que se tratara de una genuina.
El pequeño artefacto fue un regalo para su cumpleaños número siete; un reloj plástico cutre. Se trataba de una pulsera inteligente con un botón de pánico que llamaba a sus padres y daba su ubicación a la policía y ambulancias. Algo muy exagerado por parte de sus progenitores, pero que al fin podría serle útil.
Claro, si desde pequeño hubiera pensado que no era tan solo una sobreprotección, porque no la llevaba consigo en ese momento y jamás lo había hecho.
Aún cuando no encontró solución, distraer su mente con alguna posible salida lo había calmado. Al menos mientras estuviera montado en el vehículo.
Por esta misma razón todo el camino mostró sus dedos medios como pudo al conductor. Se sentía valiente en aquella posición. Amarrado, sí, pero a sus espaldas.
Además Otabek no podía hacer ningún movimiento mientras en sus manos estuviera el control de la motocicleta.
El delincuente vio de reojo las manos del ruso y rió.
—Lindos parches —comentó con un tono burlesco.
El adolescente se avergonzó de tal manera que dejó de molestar. Nadie lo haría cambiar de parecer acerca de sus infantiles vendas. Eran lindas. Punto.
La cercanía no violenta parecía haber surtido un efecto positivo en el menor. Si bien no estaba cómodo del todo, no sentía la imperiosa necesidad de alejarse.
Agotado de la misma posición que había mantenido por media hora, no pudo resistirse más.
Sus brazos eran los únicos que tocaban el cuerpo del criminal. El adolescente se había mantenido lo más lejos posible del contacto. Todo el tronco tenso y encorvado para ni rozar la espalda del kazajo.
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CRIMINAL [OtaYuri]
FanfictionSus manos frías y húmedas recorrieron su rostro, y tras un suspiro ya estaba listo para seguir con la noche. Una de tantas junto a sus amigos, en el mismo club, en la misma mesa. Pero esta era especial. De un segundo a otro estaba en el suelo, rod...