Capítulo 9: Trespassing

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Al oír la señal se levantó del lugar en el que comenzaba la ejercicio . Agarró la pistola con fuerza y corrió como había practicado hasta el centro de la habitación en donde dos cargadores lo esperaban. Se tiró sobre uno de ellos y lo metió tan rápido como sus manos le permitieron. Hizo el ademán de poner la bala en la recámara y levantó los brazos para apuntar al pecho del asiático, quien desde luego, ya le apuntaba en la cabeza con su propia arma. Yuri chasqueó la lengua.

—Eres demasiado lento —insultó, sin quitar el cañón de la frente del adolescente.

—¡Hago lo mejor que puedo!

—Debes hacer más entonces —lo empujó un paso atrás con la pistola. Era una manera de fastidiarlo, con eso ya notaba que, igual que él, estaba agotado. Llevaban más o menos una hora y media practicando y Yuri no lograba cargar antes que el asiático—. Si esto fuera en serio...

El ruso le arrancó la pistola de los dedos y la tiró hacía atrás.

—Si esto fuera en serio no tendría que escucharte hablar —en un segundo tenía su arma contra el diafragma del joven. Sabía que eso no contaría como una victoria en el ejercicio, pero le daba un poco de satisfacción.

—Ten cuidado. No estás hablando con Otabek —empujó su mano y el arma cayó al suelo, de un tirón lo obligó a voltearse—. Ahora ve a recoger eso y hazlo de nuevo. No dejaré que te vayas hasta que lo hagas bien.

—Govno* —lo maldijo entre dientes, mientras se agachaba para recoger el arma y tirársela con fuerza. Siempre la atrapaba, pero no perdía nada con intentar golpearlo.

El ruso volvía tras el sillón viejo, y Seung, como tantas veces había repetido, colocaba dos cargadores vacíos en medio de la habitación.

Yuri se posicionó tras el respaldo y dejó caer el cargador de antes. Estaba un poco agitado por todas las veces que había tenido que repetir la operación. Correr, cargar y apuntar. No había logrado el objetivo ni una sola vez, lo cual lo tenía de mal humor.

Aunque no era la única razón para esos ánimos. Lo que realmente le pasaba era que estaba cansado. Llevaba cerca de un mes con la misma rutina, la cual no era nada saludable.

El kazajo lo llamaba todos los días a las tres en punto. Se alistaba para salir y en puntillas bajaba a la primera planta para escaparse de su propia casa. Posteriormente lo llevaba al galpón, hablaba un poco con el asiático y se largaba, para luego volver más o menos a las cinco.

Fue sencillo seguir el ritmo la primera semana. Sobrellevaba mejor las horas de sueño faltantes y tenía buena disposición, aún cuando el asiático no lo quisiera ver. Todo lo contrario a lo que ocurría en ese momento, casi cuatro semanas después.

Ingenuamente creyó que esa mala vibra del chico acabaría en cuanto acostumbraran a verse, pero se había equivocado. Su relación no había mejorado en absolutamente nada. De hecho había empeorado, porque Yuri finalmente había perdido gran parte de su miedo, así que si quería responderle, lo hacía y ya.

Se llevaban tan mal que el adolescente casi había comenzado a ver a Otabek como un amigo en comparación.

Sin embargo, debía ser objetivo. Seung, pese a no contar con la paciencia que habría deseado, no era tan mal profesor. Había hecho maravillas en el corto tiempo que llevaba entrenándolo. En ese momento ya sabía cómo disparar. Le había enseñado cómo contener el rechazo sin hacerse daño, a mantener la posición ideal, a reaccionar rápidamente, y aunque todavía no dominara su puntería, comenzaba a hacerlo poco a poco.

En consecuencia de todo lo anterior, también había aprendido un poco de balística. Por ejemplo, ya conocía el arma que solía usar; una pistola semi automática Glock 19.

CRIMINAL [OtaYuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora