3274 palabras
Llevaba demasiado tiempo sin saber nada de Násser y decidió que aquella situación ya se había alargado demasiado. No tenía nada de información sobre Guillermo y allí no hacía más que perder el tiempo.
Temprano en la mañana decidió llamar a un carruaje y partir. Estaba sentada, aguantando los baches mientras miraba por la ventana, nerviosa y temiendo ver aparecer a Amélie o a su madre detrás de ella para detenerla y pedirle explicaciones.
Un rostro familiar la hizo reaccionar. Salió de sus ensoñaciones y con una voz fuerte, ordenó parar al cochero. Tal vez fue de lo nerviosa que se puso, que tardó varios segundos en poder abrir la puerta del carruaje.
Salió despavorida, dejando con la boca abierta a varios transeúntes. Cuando alcanzó a la persona en concreto, lo primero que hizo fue engancharle por la camiseta y darle un tirón, para que se diera la vuelta.
-¿My lady? - el hombre la miró con los ojos abiertos, desconcertado por el tirón que acababa de recibir.
-¿Robert? ¿Y mi hermana? - Cristina sentía el corazón latir fuertemente en su pecho. Estaba tan cerca...
-Disculpe, no puedo recordarla, ni tampoco ayudarla - Robert bajó la mirada y se dispuso a darse la vuelta; aunque Cristina le retuvo con una fuerza que no recordaba tener.
-No juegues conmigo. ¿Dónde está Helena?
-Le he dicho que no puedo recordar. No sé quién es usted ni la persona a la que se refiere. Por favor, déjeme tranquilo - tal vez fue la mirada del hombre, o su tono tembloroso de voz, lo que le hizo darse cuenta de que decía la verdad. Robert no las recordaba.
* * *
Salió rápidamente de la carroza y se dispuso a andar, después de que el cochero le preguntara más de tres veces: ¿Está segura de que quiere que la deje aquí? ¿En medio de la nada?
No se había llevado nada más, aparte de lo que llevaba puesto, y ya tenía ganas de llegar para quitárselo de encima. Estuvo caminando varias horas, antes de divisar a lo lejos un lugar familiar que le indicaba que estaba cerca.
Estaba caminando entre árboles cuando la asaltaron. Ni siquiera pudo ver quién era, pero sabía perfectamente que era uno de los hombres de Násser, por sus movimientos. Se deshizo de él enseguida con un par de movimientos, pero pronto se vio rodeada.
-¿Qué os creéis que hacéis? - añadió furiosa.
-My lady, tenemos órdenes directas de amordazarla y llevarla al campamento.
-Já – es todo lo que añadió. Ese maldito de Násser, ¿así es como la recibía después de haber arriesgado su vida por conseguir información?
El primer hombre se dirigió hacia ella, estaba claro que a la mayoría no le hacía gracia enfrentarla, y no por ser mujer, ya que entre sus guerreros había mujeres; si no más bien porque ella era la mujer del jefe y eso la dejaba en una situación muy por encima de ellos.
Se libró de él con una simple patada y cogió el cuchillo para rajar su vestido.
Una vez se hubo librado de aquella prenda tan horrible, les encaró.
-Ahora sí, ¿quién quiere venir primero? ¿O vendréis a la vez? - tan solo dieron un paso hacia delante dos de ellos y, aunque le costó un poco, les ganó. A uno le dejó inconsciente sin querer.
-Está bien – dijo el hombre que había hablado al principio – puedes ir por tu propio pie – resopló, mientras Cristina bufaba enfadada.
Cuando llegó al campamento, vio que todos los hombres estaban muy preparados y trabajando. Muchos de ellos se giraron, e incluso gastaron alguna broma a los que debían de haberla capturado, pero que venían detrás de ella. Terminaron siendo heridos por la persona que tenían que capturar.
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La batalla de la realeza II
Ficción históricaLa situación en el reino se desmorona, Alamár está en crisis. Cansada de ser una mujer florero, comienza a luchar por lo que cree correcto, pero ¿Dónde está el hombre que debería de estar apoyándola? Y por si fuera poco, aparece un nuevo personaje q...