3426 palabras
Yacían tumbados sobre las mantas. Násser acariciaba distraído a Cristina, dibujando la línea de la espalda hasta el trasero, pensando que no había cosa más maravillosa que esa.
Cristina le miró, todavía conservaba cierto rubor en las mejillas y el corazón no se había tranquilizado del todo. No cabía en sí de gozo, no sabía por qué había sentido esa necesidad inmediata de entregarse a Násser, pero lo agradecía. Ahora ya eran uno solo, ahora sí habían formalizado el matrimonio. Estaba perdidamente enamorada de aquel hombre, que no dejaba de mirarla embelesado.
Una voz fuera de la tienda les sacó de sus pensamientos. Násser ordenó esperar y se levantó enseguida para vestirse. La chica, por su parte, no quiso levantarse todavía.
Escuchó algo de barullo fuera, pero no hizo caso hasta que su marido la apuró para que saliese.
-¿Qué es esto? – preguntó con asombro mirando el despliegue de soldados que estaban frente a ella.
-Un ejército – comentó Násser.
-Sí, ya. Eso puedo verlo – se cruzó de brazos.
-Es mi ejército – Ambos se giraron hacia Fabio, quien les miraba con una sonrisa que, según apreció Cristina, no conseguía llegar a sus ojos.
-¿Qué significa esto? – preguntó Násser.
-Hace meses envié una misiva a Alwayswinter – miró con los ojos entrecerrados al enorme ejército que estaba ante ellos – no estaba seguro de si había funcionado.
-¿Dónde conseguiste este ejército? - preguntó Cristina. Fabio chasqueó la lengua.
-¿Recuerdas la ciudad vecina de Alwayswinter? - Ella le miró sorprendida
y todo en su cabeza encajó.
-¿El hijo del Mandato de tu ciudad se casó con la mujer loca? - lo dijo con una voz más alta y alterada de lo que pretendía. Una sombra cruzó el rostro de Fabio.
-Sí, no le quedó opción - ella bajó la cabeza.
-Lo siento mucho. Supongo que te sentirás culpable al no haber encontrado una mejor opción, pero te lo advertí; el norte no es un lugar de buenas opciones - el chico se encogió de hombros.
-Cualquier otra cosa habría sido una mejor opción. Pero no tenía tiempo y esto es lo único que he podido conseguir.
-¿Y por qué mandaría tu Mandato a su ejército para ayudarnos? No nos debe nada – Fabio dirigió su mirada a Násser, quien le observaba con desconfianza.
-Rima está muy cerca de nosotros. No habernos involucrado en esta guerra habría sido lo mismo que dejar pasar una oportunidad. Ahora podemos ayudarnos de vosotros, será más fácil si lo hacemos juntos.
-Tu Mandato parece un hombre muy listo... - él chasqueó la lengua.
-Ya.
Y la conversación terminó tan agria como empezó. Fue en ese momento cuando Fabio se dirigió hacia el general que había traído al ejército, seguido de Násser. Un hombre ancho, de baja estatura, con una piel de porcelana y cabellos oscuros.
-Señor – el hombre se arrodilló frente a Fabio y se levantó enseguida – Hemos sufrido considerables bajas y nuestros hombres están cansados, pero hemos venido lo más rápido que nos ha sido posible.
Fabio asintió con la cabeza, siendo escrutado minuciosamente por Násser. El general recibió la orden e hizo un gesto con la cabeza a sus hombres, provocando que estos se pusieran en marcha enseguida.
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La batalla de la realeza II
Ficção HistóricaLa situación en el reino se desmorona, Alamár está en crisis. Cansada de ser una mujer florero, comienza a luchar por lo que cree correcto, pero ¿Dónde está el hombre que debería de estar apoyándola? Y por si fuera poco, aparece un nuevo personaje q...