VII

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Un cosquilleo de placer me obligó a abrir los ojos pero no podía ver nada, me removí gimiendo cuando algo húmedo se paseó por mi centro, intento bajar la mano y descubro que están atadas al cabezal.

-¡Nick!-. Grito asustada mientras me remuevo con más fuerza.

Unas manos en mi cintura me detienen y tiemblo del pánico, una de las manos baja intentando alcanzar mi centro pero cierro las piernas con fuerza, cosa que no le agrada al sujeto, quien las abre nuevamente y se coloca entre ellas.

Dos dedos se introducen en mi interior comenzando un vaiven, intento no gemir pero las sensaciones son muchas.

-¡Nick, ayúdame!

Sollozo.

-Tranquila pequeña, sólo disfruta-. Susurra en mi oído.

-Mierda, Nick. Desátame, me has asustado.

La furia reemplaza el miedo rapidamente y me retuerzo bajo su agarre.

Quita la banda que cubre mis ojos y por un momento desaparece la furia cuando veo su perfecto cuerpo y hermoso rostro.

-Cuida esa boquita si no quieres un castigo.

-Te voy a castigar yo a ti si no me desatas.

-Bien. No te tocaré, pero tampoco te desataré.

Se alejó hasta llegar a una cajonera, la abrió y sacó una pequeña bola negra con algo que se asemeja a una colita.

-¿Qué es eso?

Sonrió y tomó su móvil de la mesilla.

-Un pequeño juguete. Abre las piernas.

-Dijiste que no me tocarías-. Le miré con reproche y se encogió de hombros.

-Y no lo haré, ahora abre-. Dio pequeños toques con la bolita en mi pierna y aunque en el fondo seguía molesta no podía negar la curiosidad y morbo que me causaba esta situación.

Abrí un poco las piernas, Nick se lamió los labios sin dejar de mirar mi centro y acarició su pene.

-Buena niña-. Mencionó cuando las abrí por completo.

Pasó la bolita sobre mis pezones y bajó hasta llegar a mi vagina donde la introdujo.

-¿Qué se supone que... ¡Oh dios!

Una vibración en mi interior me obligó a cerrar las piernas y mi estómago se contrajo.

-¿Sabías que con mi celular puedo controlar la intensidad?

Movió su dedo por la pantalla y la vibración aumentaba y disminuía a su gusto.

-La dejaré en lo más alto y ya vuelvo. Más vale que no te corras o te castigaré.

Besó mi frente y salió de la habitación, en la cuál sólo se escuchaba mi acelerada respiración y el pequeño zumbido que emite el aparato.

Escalofríos me recorren entera, erizando mis pezones. Pasan los minutos, mis manos se sienten lastimadas por lo que sea que me sujeta y los músculos duelen de lo tensos que están. Aprieto los dientes en un intento de contener más el orgasmo y maldigo a Nick.

Por fin entra en la habitación, le miro con súplica ya que a estas alturas me es casi imposible hablar. Apaga el aparato dejándome al borde.

-No, por favor. Por favor déjame correrme.

-Primero haré algo.

De una pequeña copa de vidrio toma lo que parece ser un cubito de hielo y lo pasa por mis pezones.

Please DaddyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora