Parte 8

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—¡Salte de mi cama!

Me grita aún asustada.

— ¡Uy!, alguien se ha despertado de mal modo. Histérica.

Le digo haciendo una mueca con mi boca, me levanto y abro la ventana,  la luz de la calle invade el cuarto, chasqueo mis dedos y las apago.

— Demasiada Luz para ser de noche. 

Digo mientras vuelvo a cerrar la ventana.

— ¿Que haces aquí? ¿No tienes casa?. Vete, quiero dormir tranquilamente.

Sus palabras me irritan, su voz es tan chillona, gruño mis dientes haciendo que suenen fuertemente lo que hace que ella se tape sus oídos.

—Justo eso es lo que me ocasiona  tu voz.

— Tu presencia es peor que un dolor de oídos.

Dice mientras vuelve a su cama y se tapa con la corcha. Muevo mis manos en forma de ocho y hago que la temperatura suba a más de 40 grados. Ella se sale de la cama y empieza a sudar.

—¡BASTA!. Necesito levántame temprano para ir a trabajar. QUIERO DORMIR.

Empieza a tirarme sus almohadas mientras que yo las esquivo con unas carcajadas.

—Sabes que sólo te utilizan para que hagas todo el trabajo mientras ellos están tomando café y riendo en sus oficinas.

—Tu no sabes nada...

—Linda, Soy el diablo, lo se todo.

Río graciosamente mientras que ella baja su cabeza.

—¿ahora que?

Agrego al verla casi llorar.

— No puedo creer que esto me este pasando a mi, he sido tan buena que no merezco tener a un demonio conmigo.

Empieza a hablar con una voz quebrada.

— Yo voy a la iglesia, no soy mala persona, no uso drogas, tomo con moderación, ¿y esto es mi recompensa?

— Bueno... Toda la culpa la tiene el señor de arriba, yo sólo cumplo órdenes.

— Sólo déjame dormir.

Se hecha nuevamente en su cama, no cierra sus ojos y sus lágrimas se derraman. Es tan dramática, cualquier mujer daría lo que tuviese para que un demonio guapetón la este protegiendo.

Pase todo el resto de la noche viéndola dormir, no la moleste más puesto a que no estaba tan aburrido al escuchar los pensamientos de las calles quejándose de la vida y haciéndose preguntas estúpidas.

¿Será que cuando los animales mueren van a otro lugar?

¿Cuanto tiempo se durará para volver a nacer?

¿Es peligrosa la muerte?

Si me lo preguntarán a mi la respuesta sería: Todo va a depender a que lugar te dirijas.

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La claridad del sol entra por una pequeña apertura de la ventana, Grayce abre lentamente sus ojos mientras lo hace se asombra al verme sentado a su lado.

— ¡Buenos días!, pequeño angelito.

Digo sarcásticamente mientras ella sigue con su cara sería.

— ¡Buenos días, tarado!

Dice levantándose rápidamente de la cama corriendo hacia el baño. Se escucha el sonido del inodoro cuando ella se sienta a orinar. Sale nuevamente empezando a buscar en su closet.

— No me vengas a ignorar, está más que claro que pasaste el resto de la noche teniendo sueños conmigo.

Mi voz es tan sensual que la hago estremecerse. Pero ella contesta ágilmente.

— Yo diría que eran pesadillas. Y no le veo la gracia a nada de eso.

— Cuidado si te enamoras de tus pesadillas. Así es que se comienza a pecar.

Digo intentando sonar sabio, lo soy pero en estos casos soy más sarcástico.

— Eres tan Pesado y arrogante. No se el porque sigues hablandome. Es más que obvio que no me importa lo que dices.

—Yo diría que más bien tienes miedo a enamorarte de tus pesadillas. Y está más que claro que yo soy tus pesadillas.

Demonio Protector © FINALIZADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora