Parte 11

428 46 5
                                    



Tomo un pedazo de madera rota y se la lanzo golpeándolo en su tórax, el desaparece.

Me levanto, Grayce salta y la sostengo por una de sus manos. Ella lanza un grito al sentirse en el vacío.

—Tranquila, tranquila. Te tengo.

Ella está temblando, la subo lentamente, la pego a mi y ella me abraza.

—G...Gra...gracias.

Balbucea mientras sigue temblando, la separo de mi y chasqueo mis manos para organizar la oficina.

— Si tu jefe llega en estos momentos serias una chica casi muerta y despedida.

Intentó bromear con la situación, ella sigue sería, asustada, y es de esperarse porque casi muere. Pero si quiero regresar no debe hacerlo. 

—¿Por que viene por mi? Nunca lo he visto, no lo conozco.

Confusa y sentándose en la silla. Está pensativa, no encuentra que hacer más que llorar.

—No tiene nada en tu contra. Pero la única forma de hacerme daño es haciéndote lo a ti, si te mata me quedaré en este lugar, y créeme esto es peor que el infierno.

—¡Dios!, Ayúdame.

Aclama al cielo. Como si la van a ayudar por hacer esas cosas.

— Las ayudas no llegan así, para que te ayuden debes tu de ayudar a los demás. No has escuchado la frase del "ojo por ojo". Haces bien, recibes bien, haces el mal, y recibes el mal. Es lo que ustedes llaman karma hoy en día.

Me siento en frente de ella. Sigue llorando.

—No le echo daño a nadie, debo de recibir el bien.

Juega con sus manos, la miro intrigado, no puedo leer su mente en estos momentos.

— No soy quien para decirte esto, debería de ser un ángel el que te lo diga pero... Eso es pecado. Pensar que no has hecho nada malo, pensar que no mereces los castigos o pruebas que te mandan.

Levanta su mirada y me mira fijamente.

— ¿Porque?

— Porque  el ser supremo de arriba es quien debe juzgarte o alabar tus acciones.

—¿Entonces no soy buena persona?

Me encojo de hombros, que diablos se yo, la verdad es que eso es lo que he escuchado, sólo he ido dos veces al cielo, la primera vez fue cuando morí y me juzgaron por mis pecados y al enterrarse de que era el hijo del rey del inframundo me enviaron para abajo. Y la segunda vez fue hace unos días, cuando me llamaron para darme la mala noticia de que tenía que cuidarla.

— Yo no se de esas cosas, a mi pregúntame el como llegar al infierno.

Se asombra al escuchar mis palabras.

—¿Hay una forma de llegar al infierno sin morir?

Yo asiento pero ella niega con su cabeza.

—¿Lo quieres saber?

Pongo una sonrisa en mi rostro, ella vuelve a negar con su cabeza.

—¿Para que quiero saber esas cosas?

Me mira a los ojos, sigo sonriendo.

—Para que si algún día cumplo mi objetivo puedas irme a visitar.

No quita su vista de mi y suspira.

— ¿Para que quiero visitarte? Todo lo que me está pasando es por tu culpa, lo mejor que debería de pasar es que te fueras y no volvieras, pensar que estoy dormida y que esto jamás paso. Si casi morí hace unos minutos fue por tu culpa, así que ¿para que quiero verte de nuevo?

Se enfurece y no es de menos, yo también me enfurecería si casi muriera por otra persona, pero es una mala agradecida, le he salvado la vida.

—Eres ingrata, arriesgó mi libertad por ti, si el llega a matarme en este mundo, me convertiría en humano.

Ella se encoge de hombros, no le importa si eso pasa no.

—No me interesa lo que te pase.

¡Vaya!, egoísta también.

—Si eso pasa, si el heredero del inframundo muriera en la tierra, la humanidad se extinguiría. ¿Eso es lo que quieres?

Demonio Protector © FINALIZADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora