Capítulo 5. Tu turno.

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Luego de perderte, la peor cosa que me tocó afrontar fue la avalancha de recuerdos. ¡Me está matando recordarte!

Nunca había rememorado tanto los momentos que vivimos juntos como ahora. Estos días he sido capaz de recordar fechas, palabras y sensaciones como si las estuviera viviendo de nuevo. Me ha sido fácil sentir el calor avasallante de tu cuerpo cuando te acercabas a mí, de forma repentina, quedando tan cerca que me era imposible moverme. Solo podía girar el rostro para provocar un encuentro cercano con el tuyo, ya que sabía perfectamente de quien se trataba. Esos brazos que me envolvían eran parte de mí, se fundían con mi piel desapareciendo en mi cintura.

Tu aliento me quemaba, encendiendo mis hogueras. Estabas tan próximo que solo podía ver por unos segundos tu sonrisa torcida, de superioridad, porque sabías que me habías emocionado al límite. Enseguida me besabas, cegándome por completo, dejándome a merced de la lujuria que desatabas en mi interior.

Me tomabas de la mano y me llevabas a recorrer el mundo a la velocidad de nuestros sueños, que eran muy rápidos. Era fácil perderse contigo, la dicha impedía que pensara en algo más. Me dejé llevar, cerrando mi mente a las preocupaciones. Vivíamos para nosotros, para amarnos y ser libres.

Pero el amor no es solo libertad, también implica responsabilidad. Quizá, tú lo entendiste más rápido que yo, o tal vez, yo lo pensé antes que tú, pero lo ignoré. Resultaba tan placentero lo que estábamos viviendo que no quería que acabara nunca.

Mi error fue hacerme la idiota, el tuyo, no confiar en lo que habíamos construido juntos. Dejaste que el miedo te superara y tomaste tus decisiones soltando mi mano. Ahora es difícil estrechártela de nuevo. Ahora soy yo la que teme, la que está superada por sus inseguridades.

Hoy te toca ponerte mis zapatos y andar sobre grava ardiente. Es tu turno ser el que pierde.

No me falles, otra vez... (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora