Capítulo 14. Luz.

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La rutina nos absorbió, incluso en las noches. Tú estás en un rincón, con la cabeza metida dentro de tu computador, tecleando casi con nerviosismo. Hay una burbuja a tu alrededor que neutraliza los ruidos de afuera, dejándote solo con tus pensamientos.

Yo estoy en el otro extremo, frente al balcón. Sentada en la cómoda con los pies sobre una mesita. Sostengo encima de mi estómago una taza de café, humeante, mientras mis ojos se pierden entre las apretadas nubes de lluvia que tapian el cielo. Cuando el viento logra moverlas, puedo admirar a través de las rendijas algunas estrellas. Y sonrío, como si hubiera hallado un gran tesoro, aunque la visión solo me dura unos segundos.

Así pasamos todas las noches, hasta que descubro que no estás. Te fuiste a la cama en algún momento, de forma silente, como un ladrón que huye luego de un asalto. Te sigo, hallándote profundamente dormido en tu extremo. Me apretujo en el mío, cuidando de no tocar esa línea invisible que nos separa.

Y cierro los ojos, viendo en mis párpados el reflejo de esas estrellas que con timidez se fueron mostrando en medio de la tormenta. Y sonrío, llenándome de su luz.

No me falles, otra vez... (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora