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-Tengo que llevar unas cosas a casa-, me dijiste. La juguetona sonrisa que siempre llevabas se había escapado de tus labios. Desde hace una semana que encontraba que actuabas extraño, por más que lo negaras y te molestaras conmigo, apelando a lo absurda y molesta que sonaba intentado analizar cada aspecto de tu vida. Sabías cuanto me dolía que me apartaras así y como había intentado llevar las cosas de la mejor manera posible haciendo caso omiso a mi necesidad de entenderte y estar ahí para ti -. KyungSoo cree que iré contigo-, tus palabras sonaban arrastradas entre tus dientes.

Ese día KyungSoo te había prestado su auto y te había hecho prometer que no matarías a su hermanita, porque él suponía que estaría contigo a pesar de que me había auto obligado a no ser parte de tu día.

Te habías parado en el marco de mi habitación, con tu cabello ahora de un azul deslavado.

Ni siquiera pediste permiso cuando invadiste mi pequeño espacio entrando en dos pasos largos. Te miré con el ceño fruncido. Lucías aun más alto de lo que eras desde mi posición acostada en la cama. Murmuraste algo mientras evitabas detener tus ojos en mi rostro y en cambio mirabas toda mi habitación, como si hubiese algo nuevo en ella, cuando ambos sabíamos que ya la conocías incluso mejor que yo.

-Pues, está mal-, respondí, intentando que mi voz no sonara cortante pero si que pusiera los límites que en mi cabeza había planeado.

-Vamos, no te comportes raro-. Te cruzaste de brazos, decidiéndote al fin a mirarme. Me incorporé en la cama, alzando una de mis cejas, pensando en lo irónico que estaba resultando toda esa situación.

-ChanYeol-, grité cuando me cargaste en tus brazos como un bebé. Te reíste cuando golpeé tu brazo para que me bajaras. Me volviste a depositar sobre la cama y dejaste un mechón de mi cabello tras mi oreja antes de depositar un rápido beso en mis labios.

-Vamos-. Ni siquiera discutí. Solo te seguí. Deslumbrada por ti. Siguiendo el camino de rosas llenas de espinas que dejabas detrás de ti.

Pateaste la silla haciéndola chocar en el suelo, quebrando el respaldo desgastado hecho de madera. Me sobresalté, asustada. Por instinto intenté ir hacia a ti, pero tu madre gritó algo sobre la mierda que tenía como hijo. Sentí como la rabia viajaba por mi cuerpo, aglomerándose en mis mejillas, en un calor demasiado ardiente. Tú gritaste de vuelta y como si fuera una cámara en movimiento lento, te vi ir hacia ella.

El pánico me invadió.

Del calor de la rabia mi cuerpo pasó al frío del pánico.

Tu brazo tiró del de tu madre que parecía decidida a irse de ahí, como si toda la situación anterior estuviera zanjada. La encaraste, escupiendo graves palabras desde tu boca. Ella se reía y el odio parecía algo inherente a tu cuerpo.

Ella levantó su mano para golpearte pero la tuya fue más rápida y ahora sostenías sus dos manos. Parecía una película muda porque a pesar de saber que se estaban gritando, no era capaz de escuchar nada. Mis oídos zumbaban y mi cuerpo temblaba.

Te había visto pelear con diferentes chicos pero nada en el mundo se comparaba con la rabia, el odio, que emanabas en ese momento frente a tu madre. Sentía como si en ese momento podrías ser capaz de todo, incluso cuando en mi cabeza sabía que no eras así. Pero no eras tú. No había ni un ápice de Park ChanYeol. De mi ChanYeol.

Ella te escupió, tironeando de sus brazos, hasta que la soltaste de golpe. Volvió a reír, burlona, y luego se giró, pasando por mi lado antes de desaparecer en una de las habitaciones.

"Dijiste que tu madre solo sonreía con su programa de televisión."

COLORS ° SHOT| Park ChanYeolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora