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Le habías pedido a KyungSoo si te podías quedar dos semanas en casa. SeHun no estaba en la de él y JongIn había tenido problemas con sus padres. Dijiste que habías pensado en los otros chicos, pero éramos KyungSoo y yo los más indicados, ya que con suerte veíamos unos días al mes a nuestro padre y nuestra madre no existía. Solo éramos los dos la mayoría del tiempo. KyungSoo había aceptado, porque, aunque intentara hacerse el duro, jamás le diría que no a sus amigos, pero no quería problemas, no cuando las cosas por fin le estaban saliendo bien en su trabajo. Así que, en el lapso de una semana, esta casa se sentía invadida por ti, incluso cuando no lo quisieras así, solo tu presencia parecía llenar todo.

-Solo déjame en paz-, gritaste, levantándote para escapar de la habitación-. Es mejor que lo terminemos acá-. Yo también me había levantado, decidida a seguirte, porque ya estaba cansada que cada vez que inquiría un porqué sobre todo lo que estaba pasando, zanjabas el tema como si no tuviera importancia o no quisieras hablar.

Subiste a la que era ahora tu habitación, ibas a cerrar de golpe la puerta cuando me interpuse deteniéndola. Durante toda la semana había intentado hablar, que me dijeras algo, que fueras honesto, pero siempre todo terminaba contigo gritando que te dejara en paz,

- ¿Por qué me alejas así? -, pregunté con mi voz firme, ya sin ese temblor que tenía los primeros días, donde pensaba que en cualquier momento me echaría a llorar si seguías actuando de aquella manera. Entré y cerré la puerta detrás de mí. Tú estabas parado frente a la ventana, regalándome la vista de tu espalda.

Habías dejado atrás tu cabello rojo intenso. Ahora era de un color anaranjado, que suavizaba tus facciones.

-Porque no puedo darte lo que pides-, respondiste. Tu voz era de un tono neutro, sin emoción, como si repitieras algo que llevabas mucho tiempo practicando. Inspiré -. Tú quieres a un chico que esté a tu lado, que escuche, que te cuente sus cosas, que comparte contigo... Que te dé amor. Yo no puedo ser él. No puedo-. Siempre supe que dirías algo así en algún momento de tu vida. Sabía que en tu cabeza te desdibujarías a ti mismo hasta volverte una figura borrosa y grisácea. Solo para apartarme.

Pero, ChanYeol, tú eras todo menos una figura difusa y gris para mí.

Siempre fuiste una forma nítida. Una explosión de colores que llenaban todo de vida.

No eras lo que intentabas hacerme ver.

-- No puedo darte el amor que quieres. Ni ningún tipo de amor. Es mejor que no seamos nada-. Tu semblante era serio cuando te dignaste a mirarme, con pequeñas arrugas sobre tu ceño fruncido-. No somos nada-, rectificaste. Cruel.

Eras como una parodia de ti mismo. Pero ChanYeol te conocía demasiado bien. Y si querías jugar a esto y arder, también estaba dispuesta hacerlo. Tragué el nudo que se estaba formando en mi garganta

-Y si no somos nada, ¿qué te importa tocarme y hacerme tuya? -, espeté, con rabia-. No te estoy pidiendo amor, ChanYeol. No te lo estoy pidiendo-, repliqué.

Te miré, desafiante, sin apartar la vista de tus ojos, frunciendo mi ceño tanto como el tuyo. Sabía que me estaba fallando a mi misma en el preciso momento en que preferí mentir a dejarte ir.

"Y ahora estoy cubierta de colores, descosida por las costuras."

COLORS ° SHOT| Park ChanYeolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora