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Las olas del mar golpeaban con fervor la embarcación como si el dios del mar quisiera derribarlo, llevarlo hasta las profundidades del agua donde nadie podría encontrarlo. Las gotas de agua caían estrepitosamente en una tormenta torrencial, el viento silbaba fuertemente intentando llevarse todo a su paso, jugando con el barco al igual a un juguete.

El sonido de las gruesas gotas de lluvia sonaban incesantes por las portas circulares del barco, una que otra averiada resonaba al abrirse y cerrarse por la fuerza del viento, dejando entrar gotas de lluvia a través de ellas mojando el suelo de los pasillos.

El cuerpo de un pequeño halcón de 12 años se tambaleaba de un lado al otro por aquellos pasillos húmedos intentando avanzar a través del piso resbaladizo, las tenues lámparas de aceite apenas alumbraban su camino, con su mano cerraba una que otra porta que estaba en su camino, impidiendo así el paso del agua que se deslizaba al interior del barco sin conseguir tener éxito ya que las portas estaban tan dañadas que no se cerraban por nada del mundo. El pequeño halcón llegó hasta una puerta de madera al final del pasillo, sosteniéndose del marco justo a tiempo cuando una ola impactó un lado del barco haciendo que se balanceara con intensidad, el pequeño golpeo con dificultad la puerta un par de veces con una mano, esperó un par de segundos hasta que el capitán abrió.

- Capitán... ya casi llegamos. Informó el pequeño halcón.

El cambiante lobo, observó al pequeño con sus ojos negros, haciendo que el halcón se sintiera aún más pequeño con su porte, Seung Gi era el nombre del lobo cambiante al que servía, un cambiante alto de duras facciones, actitud aún más dura, con tal elegancia notable en cada movimiento y sus ropas siempre pulcras hacían que cualquiera que lo viera pensara en la realeza inmediatamente. A Seung Gi se le formo una ligera sonrisa en su rostro al escuchar al pequeño halcón, pasó de largo dejando al pequeño halcón atrás, tenía que ir hasta la cabina de navegación en la proa, deseaba estar en primera fila cuando el barco arribará en aquella isla que para todo el mundo no existía, pero ahí estaba él, Seung Gi, un simple lobo haciendo el hallazgo más grande de la historia.

La tormenta no amainaba, ni siquiera daba indicios de cesar pronto pero eso era lo de menos, la sombra de una isla se hacía más grande a medida que el barco se acercaba a ella.

- Al fin he llegado. Dijo Seung Gi en un susurro.

- Ahora nadie dirá que está loco capitán. Seung Gi Escuchó la voz ronca de su segundo al mando Eun Hyuk.

- Todos decían que era una tontería pero ahí está... ahí está delante de nuestros ojos, la isla Deorum, la isla de los dioses. A Seung Gi se le iluminaron los ojos con un brillo lleno de avaricia, en su interior tenía una sed de poder, una sed tan grande que nada en el mundo podía satisfacerla o hasta ese momento nada parecía hacerlo pero eso había cambiado con el hallazgo de esa isla.

Lastimosamente Seung Gi tuvo que esperar hasta la mañana siguiente para poder ir hasta la isla Deorum, la tormenta le hizo imposible llegar hasta ella esa misma noche pero tenía paciencia podía esperar una noche mas, ademas, ¿Qué era una noche en comparación a la eternidad? Temprano en la mañana Seung Gi estaba ya en la isla surcando caminos llenos de maleza junto con varios lobos alfas siguiendo sus pasos, miembros de su manada, centinelas que le prometieron su lealtad, Todos estaban tan distraídos por llegar lo más rápido posible hasta el centro de la isla que no se percataron de que no eran los únicos que iban por el sendero.

Llegaron a una pared llena de enredaderas, tras la ligera pared de verdes hojas se encontraba una estructura de piedra que se asemejaba a un templo antiguo, al apartar las enredaderas cortandolas de un solo tajo con el filo de su espada Seung Gi pudo observar el templo más hermoso que había visto en su vida, era una combinación de estructuras vistas en templos romanos, hasta podía observar un leve parecido con los templos de la India. Con pasos quedos y tranquilos traspasaron una área abierta, a su alrededor se levantaban grandes columnas de madera circulares de color rojo, muy parecidas a los que se encontraban en templos de Japón, el piso en medio estaba hecho de piedras triangulares de diferentes tamaños y colores vivos, unos azules parecían estar hechas de zafiros, otras eran tan rojas que simulaban el color de la sangre, otras amarillas y verdes tan intensos que parecían colores imposibles, aquellas piedras triangulares formaban varias figuras geométricas de diferentes formas, cada figura parecía más complicada que la anterior, a medida que iban avanzando las piedras triangulares del suelo perdían sus colores vivos, en la entrada del templo las piedras en el suelo eran todas blancas y negras, colocadas estratégicamente para que formaran una flor, tan hermosa que todos incluso Seung Gi se quedó pasmado al observar.

ETERNAMENTE TUYO #3 MercancíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora