Montserrat
— ¡Oh, no! —exclamo apenas Jack termina de hablar—. Eso es por completo una mala idea.
El plasma una mueca en sus labios, desvía la mirada hacia la ventana y se queda en silencio por algunos segundos.
—Ya sé que es una mala idea —concuerda—. Pero ¿no podrías al menos considerarlo?
Cierro los ojos, tomo una inhalación y permanezco algunos segundos en silencio. El sonido de los cubiertos contra los platos de cristal y las conversaciones de la gente que se encuentra en la misma cafetería que nosotros es lo único que se escucha.
—No lo sé Jack, es decir, tú padre me detesta y lo sabes perfectamente —Le recuerdo centrando la mirada en el trozo de pastel de chocolate que tengo enfrente. Corto un trozo con la cuchara para después llevarlo hacia mi boca.
La mueca en sus labios regresa. No sé porque siquiera el consideró que yo podría aceptar. Conocer a su madre no era el problema, pero sí lo era el hecho de que ella quería invitarme a comer en su hogar, donde también se encontraría el señor Morgan.
Era más que sabido que no le agradaba a su padre, no quería ni imaginar su reacción cuando me viera aparecer en su casa. Eso sería como caminar directo hacia mi propia destrucción, y lo primordial para mí era cuidar el bienestar de mi bebé.
— ¿Por qué no lo consideras? —insiste haciéndome rodar los ojos—. Por favor.
—Jack tú mismo me dijiste que tu padre está dispuesto a todo con tal de desaparecernos, no voy a exponernos de esa forma. —Sentencio con firmeza —No iré. Está dicho, puedes decirle a tu madre que podemos conocernos en otro sitio, un restaurante, por ejemplo. Tal y como Adler lo hizo. No veo la necesidad de que tenga que ser exactamente en tu casa.
—No la conoces Montserrat, no va a aceptar —responde desviando la mirada por segunda ocasión—. Ella es algo especial.
—Pues entonces lo siento mucho—. Mi tono ha salido más rudo de lo que esperaba y Jack eleva una de sus cejas mientras mantiene una diminuta sonrisa en el rostro.
— ¿A caso las hormonas siguen haciendo de las suyas? —cuestiona—. Oh, olvida lo que dije por favor, no quiero que me asesines.
Parece divertido, sin embargo, yo no lo estoy en lo absoluto.
Ruedo los ojos por segunda ocasión mientras dejo de mirarlo, sabía que solo estaba bromeando, pero por alguna razón lograba molestarme. Detestaba tener estos cambios de humor, me dejaban como una persona totalmente insoportable.
—No te enojes lindura, sabes que solamente estoy bromeando —retengo la sonrisa que lucha por aparecer en mis labios. Algo dentro de mí se revuelve con salvajismo cuando él me llama de esa forma.
—No es divertido —objeto intentando ocultar la sonrisa en mi rostro, pero fracaso terriblemente —Podrías intentar hablar con tu madre, probablemente te sorprenda y termine aceptando. O si te parece mejor, podemos ir a mi departamento y almorzar ahí. Cualquier sitio está bien, exceptuando tu casa.
—Bien, de acuerdo. Se lo haré saber —responde.
Asiento. Él me dedica una sonrisa antes de centrar su atención en el vaso de frappé que se encuentra frente a él, coloca el popote entre sus labios para poder absorber el líquido y no puedo dejar de mirarlo.
La barba la tiene un poco más notoria, lleva su cabello despeinado sin embargo no puedo dejar de pensar que se ve realmente sexi. Sacudo la cabeza con discreción cuando soy consciente del rumbo que están tomando mis pensamientos.
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Inesperado Amor ©||EN EDICIÓN||
Teen FictionElla solo quería divertirse una noche. Y así conoció, al que sería el amor más real y maravilloso que la vida pudo haberle puesto en el camino. Portada realizada por OmiBilre QUEDA PROHIBIDA LA REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL DE ESTA HISTORIA. OBRA RE...