Secuelas

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Brock revisaba su mapa contra el sol poniente, notando un gran bosque que rodeaba el lado sur de Ciudad Saffron. Ya lo había confirmado varias veces, pero sentía que mirar el mapa era lo único que lo protegía de la atmósfera. Pikachu había dejado de llorar y estaba enrollado en silencio en los brazos de Ash, pero aun había un aura palpable de desesperanza alrededor del Pokémon Eléctrico. El entrenador no se veía mucho mejor, aunque ciertamente trataría de fingir que estaba bien si se lo preguntaban.

El líder de Pewter no se dejó engañar ni por un segundo. Sabía que Ash estaba hecho trizas por dentro, y también que lo negaría hasta la muerte enfrente de sus Pokémon. Después de todo, el propio Brock tenía experiencia en ese sentido. Uno no cuidaba a nueve hermanos menores mientras estaba dolido por la partida de sus padres sin aprender a ocultar el dolor y la ansiedad. Esas cosas solo crearían más preocupaciones en la familia. Era casi como verse en un espejo, excepto que era con un Pokémon en vez de niños.

Con ese paralelo, ya había decidido su siguiente curso de acción para cuando llegaron al borde del bosque en su mapa. Doblando el papel, agarró el brazo de Misty abruptamente haciendo que se detuviera, para luego hablarle a Ash.

- Saben, creo que aquí es un buen lugar para detenernos y acampar. No queremos andar en círculos por este enorme bosque cuando anochezca.

- Eso está bien para mí. Creo que tal vez iré a nadar un poco. – replicó el entrenador de Pueblo Paleta, alternando el brazo con el que sostenía a Pikachu mientras se sacaba la mochila una tira a la vez. Sacando de ella su respirador y una toalla, se la entregó a Brock. – ¿Podrías vigilar mi mochila?

- Claro. – respondió el criador. Después de un momento de consideración, Ash también le pasó a Pikachu.

- ¿También a Pikachu? No quiero que se quede solo mientras no estoy.

Brock se echó a los hombros la mochila de Ash encima de la suya por una sola tira, y aceptó a Pikachu en sus brazos con un asentimiento de la cabeza. El Pokémon Eléctrico no pareció darse cuenta de esto, simplemente se enrolló para ajustarse al pasar de un par de manos al otro.

- Gracias. – replicó Ash antes de ponerse la máscara y echarse la toalla a los hombros. Después de esto, se fue por donde vinieron con las manos en los bolsillos. El criador se volteó hacia Misty para hacerle un gesto con la cabeza.

- Vamos, necesitamos madera para la fogata.

Sabía que Ash se iba para estar a solas y probablemente para ventilar sus emociones. Eso era alentador, pero no cambiaría sus planes.

...

Ash caminó por el sendero que rodeaba el risco mientras observaba las olas golpeando contra el lecho de rocas a docenas de metros debajo, hasta que encontró lo que estaba buscando. Había un pequeño afloramiento hacia el fondo con espacio suficiente para pararse en ella y moverse alrededor. Dándose la vuelta y bajando los pies para encontrar apoyo sobre las rocas que sobresalían mientras se sujetaba del risco, Ash comenzó a bajar. Pidgeot estaba demasiado herido para volar. Podría haber llamado a Bulbasaur para que lo bajara, pero prefería hacer el viaje él mismo. Eso le traía recuerdos de cuando él y Gary competían entre ellos trepándose a los árboles y escalando pequeñas salientes de rocas. Ambos se quedaron atascados la primera vez que subieron hasta la copa de los árboles, pero eventualmente aprendieron a bajarse solos.

No supo cuánto tiempo le tomó llegar hasta abajo, pero no le importó. Una vez que sus pies tocaron una superficie razonablemente plana, el entrenador miró abajo para chequear que estaba bien apoyado y se soltó para pararse sobre su destino. Desatando la toalla, la colocó sobre la roca antes de empezar a quitarse la ropa innecesaria que no quería que se le mojara. Sacándose la chaqueta, los guantes, los guantes, calcetines, gorra y el cinturón de Pokébolas, los colocó encima de la toalla antes de tomar una de las esferas del susodicho cinturón. Abriéndola, Bulbasaur emergió en el suelo, mirándolo fijamente.

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