La boda Lily y James.

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A pesa del gris del cielo, y de los oscuros tiempos, esa aquella mañana de septiembre todo era luz, como ese rayo de esperanza que tanto se necesitaba en esos momentos. Y es que en días de miedo y muerte, una pareja había decidido que era el momento perfecto para unirse en matrimonio, hasta que la muerte les separe. El joven James Potter, con apenas veinte años dormía por última vez en casa de sus padres, la joven Lily Evans que nunca perdía los nervios, rozaba la histeria.
Querido Remus, no puedo creer que haya llegado el día. Tengo muchas ganas de verte, siempre me has contagiado tu serenidad y hoy la necesitaré si no quiero volverme loca antes de llegar al altar.
Te quiere,
Lily.
Lily no estaba nerviosa por la boda en sí, tenía muy claro sus sentimientos por James, y que eran más que recíprocos. Lily tenía miedo de la ceremonia, de un posible ataque de mano de los mortifagos o del mismísimo Voldemort. Después de todo iba a estar la Orden al completo, incluyendo a Dumbledore, todos los aurores de la oficina, y el resto de invitados son muggles. No es tan descabellado pensar que podrían atacar en cualquier momento.
Por su parte, James acababa de levantarse, con una sonrisa en  la boca, miró atrás en el tiempo, todas esas veces que Lily le había rechazado, el dolor que le producía que Lily pensara que eran un niñato insolente, y aquel primer sí cuando le ofreció ir en Halloween a Hogsmeade. Su primera vez, y el resto de las veces que solo fueron a mejor. James Potter siempre conseguía lo que se proponía, y se propuso hacer feliz a Lily Evans.
Canuto, te dije en nuestro primer expreso a Hogwarts que me casaría con Evans y dijiste que hasta McGoo tenía más oportunidades de salir con ella que yo. Jódete.
Te quiero, hermano
Cornamenta
Pd: espero que Lunático y tú seáis los siguientes.
Remus y Sirius estaban durmiendo plácidamente hasta que dos lechuzas entraron a su habitación y se despertaron bajo suaves picotazos. Ambos reconocieron las lechuzas, se trataba de la de los señores Potter y de la de Lily Evans. Ambos leyeron sus cartas y de forma casi mecanizada se las intercambiaron. Remus se rió con la carta de James, "ya sabes Sirius, somos los siguientes".
La ceremonia se celebró en una capilla al aire libre en el enorme jardín de los Potter, fue toda la familia de Lily, salvo Vernon, el novio de su hermana Petunia, y a nadie salvo a Petunia, que no paraba de farfullar, parecía importarle la magia del ambiente. Habían invitado también a medio Hogwarts, salvo a la casa Slytherin, "entiéndelo Cornamenta, están muy ocupados comiéndole la polla a Voldemort", comentó Sirius, y los cuatro se rieron.
Estaban divididos, Hogwarts por un lado, familia y amigos cercanos en otro. Lily llevaba un vestido blanco con detalles rojos y dorados y un ramo de lirios, y James llevaba una túnica de gala muy elegante de color burdeos con remaches dorados. Eran la unión perfecta entre el mundo mágico y el mundo muggle. Por supuesto, como buenos merodeadores no se tomaron en serio los votos, pero sí los quiero, y todos lloraron, vaya que si lloraron, hasta la estúpida Petunia lloraba, porque muggle o mágico todos sabían los horrores que estaban pasando fuera. Peter fue el último en dejar de llorar, "vamos grandullón, recomponte", susurró Remus mientras golpeaba en las costillas a Sirius para que no se riera de él.
Tras la ceremonia llegó el banquete, por petición de Lily no usaron elfos domésticos para preparar la comida para tanta gente, así que la prepararon con magia, trajeron una banda muggle para la música, aunque Remus hubiese preferido llevar su gramófono, parecían que solo sabían canciones de los Beatles, lo cual a su parecer no estaba mal, pero en la variedad está el gusto. Comieron hasta reventar, pero antes del postre Sirius se puso en pie, y ladró para llamar la atención de los presentes. "Perro inútil, te van a pillar", pensó Remus cubriendo su cara con sus manos y poniendo los ojos en blanco. Sirius se puso en pie.

"Queridos y amables invitados, señores, señoras, Colagusano... no puedo perder esta oportunidad de humillar públicamente al bueno de James Potter, aunque en realidad lo voy a dejar un poco de lado, de momento. Lo siento Jimmy, el mundo merece saber el sufrimiento al que hemos estado expuestos Lunático, Colagusano y yo cada vez que soñabas con Lily, que ha sido prácticamente a diario durante seis años... Y ahí es a donde quiero llegar. Maldita sea Cornamenta, seis años dando el coñazo con que tu mayor sueño era formar una familia con Evans, que querías hacerla feliz, por encima del Quidditch e incluso por encima de nosotros aunque te esfuerces en negarlo. Y está bien, Potter. Esta francamente bien, porque el amor es maravilloso, y tú eres genial, y Evans, digo, Lily, y tú os merecéis ser felices formando una familia, tenéis que tener a mi ahijado (que por cierto, he pensado que Harry sería un buen nombre si fuese niño) y mil niños más. Porque no puedo hablar en nombre de todos los aquí presentes, pero en estos tiempos oscuros el amor es un arma necesaria, por eso, espero que me perdonéis por lo que voy a hacer ahora mismo, pero Remus Lunático Lupin, necesito hacer esto oficial, aquí y ahora, porque recuerda que soy un gilipollas impaciente. ¿Querrías casarte conmigo y dejarme hacerte feliz el resto de lo que nos quede de nuestra miserable pero bastante guay vida?"

El salón quedó en silencio. Remus estaba tan rojo que se podía camuflar en las cortinas de terciopelo. James y Lily se miraban sonriendo "me debes veinte pavos, Potter", dijo James. Colagusano se mordía el puño para aguantar la risa al ver la cara de Remus. Sirius se sentó como si no hubiese pasado nada. Cuando Remus se recompuso también se puso en pie. Se aclaró la garganta y contestó.

"En primer lugar, Lily, James, lamento muchísimo que mi impertinente novio haya eclipsado vuestra ceremonia, espero que sepáis perdonarnos. En cuanto a ti, Canuto, eres un gilipollas impaciente, e irresistiblemente atractivo, habría que estar loco para renunciar a una vida de chocolate, estupidez y sexo. Oh vamos, no te pongas rojo ahora, te estoy diciendo que sí, idiota. Lamento mucho que tengan que ver esto".

Lupin cogió de la cara a Sirius y éste se levantó. Entre vítores y algunas caras de decepción de parte de alguna de las invitadas, Sirius y Remus se besaron. Y el baile comenzó. Sirius y James bailaron mientras Remus y Lily hacían lo mismo. Peter bailaba torpemente con Dorcas Meadowes, "chicos, chicos, DORCAS ME HA BESADO" chillaba entusiasmado.
Albus Dumbledore reunió a los cinco antes de marcharse.
-Vivimos tiempos oscuros, muchachos, pero vuestros actos de hoy sólo implican esperanza por un futuro mejor. Nos vemos por la Orden, ahora disfruten, y tengan cuidado, me temo que ni si quiera aquí estamos a salvo.
Todos se miraron sin comprender del todo a qué se refería Dumbledore con aquello de no estar a salvo, pero decidieron que aquel no era día de pensar en ello.
Los cinco muchachos se abrazaron, "Joder, sois lo mejor que tengo en mi vida", murmuró James. Lily sonrió "Espérate a que nazca el pequeño Harry". Sirius sonrió triunfante "¡TOMA YA!", Remus puso los ojos en blanco. Peter se marchó a buscar a Dorcas "pobre Dorcas, supongo que mañana se arrepentirá de esto." Todos rieron mientras veían como Peter y Dorcas bailaban.
Para cuando la ceremonia terminó, sólo quedaban en pie Sirius, James, Remus y Lily. Peter se había marchado unos minutos antes con Alice y Frank Longbottom. James miraba el enorme espacio vacío, buscando entre los vasos medio vacíos una respuesta a todo lo que tenía en la cabeza. Remus descansaba su cabeza en el hombro de Sirius mientras éste jugueteaba distraído con su pelo. Lily simplemente estaba sentada en una de las sillas, satisfecha de que sus temores no se cumplieran y sintiendo que sin duda aquel día fue el día más feliz de su vida. "Gracias chicos por hacer de este día uno de los más maravillosos que hemos vivido juntos, pero me temo que Lunático no aguanta más en pie y yo también estoy bastante agotado", dijo Sirius bostezando. "¿Sabes? Nosotros también deberíamos ir yéndonos, Harry no va a concebirse solo", Lily guiñó un ojo y James se sonrojó sonriendo ampliamente. Ambas parejas se desaparecieron, pero aquel jardín de la casa de los Potter quedó impregnado de un amor inagotable e imborrable. 

Homo Homini LupusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora