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El calor corporal de Jaebeom era tan alto, que le tomó unos cuantos segundos darse cuenta de lo frío que estaba afuera. De hecho estaba congelado. La lluvia estaba, maldita sea, cercana al hielo. Inclusive podía convertirse en nieve o granizo si la temperatura seguía bajando así. Iba a ser la primera nevada de la temporada, y los labios de Jinyoung se estaban poniendo azules. Fue la primera cosa de la que el alfa se dio cuenta cuando se apartó de su beso de reclamación.

Jinyoung también podía haber estado llorando, pero era difícil de saber con certeza por la manera en que estaba lloviendo.

—Dios, necesito llevarte adentro. Te vas a enfermar.

Jinyoung se rió. No dijo nada, sin embargo, cuando Jaebeom lo levantó en brazos prácticamente corrió hacia las puertas de la casa. No estaban lejos, pero los brazos de Jinyoung se enroscaron en torno a su cuello, aferrándose a él fuertemente, como si no pudiera dejarlo ir del todo.

—Tan preocupado. Estaba tan preocupado por ti —Jinyoung dijo, pero Jaebeom no se atrevió a replicar.

Había cartones pegados con cinta sobre la puerta de vidrio, y eso fue todo lo que Jaebeom necesitó ver para saber que habían ganado la pelea.

Los intrusos que habían venido y los habían atacado, no se habrían detenido a pegar con cinta vidrios rotos después de matar a casi a todo el mundo en la casa y huir con los omegas.

—¿Qué pasa? ¿Quién está herido? ¿Tú estás herido? —Preguntó, mirando a su amante cuando estuvo a salvo dentro de la casa.

Jaebeom llevó a su compañero hasta la mesa del desayuno. Enroscó su pantorrilla alrededor de la pata de una de las sillas, y la jaló, instalando a Jinyoung ahí.

Dejó que sus manos vagaran por sobre la ropa empapada. Podía ver a través de la camiseta que vestía, podía ver cada contorno de la piel de Jinyoung, pero aún tenía que tocarlo, asegurarse por sí mismo de que no había heridas o vendajes debajo.

Como si sus ojos pudieran engañarlo.

Lo siguiente que hizo fue chequear las piernas, agachándose hasta arrodillarse, tocando gentilmente los muslos y las pantorrillas del hombre. Jinyoung se arrancó la camiseta mojada por sobre la cabeza, arrojando esa cosa empapada hacia la esquina embaldosada.

—Perfecto, quítate la ropa. Están demasiado frías —Jaebeom dijo, notando el modo en que Jinyoung aún temblaba, lo pálida que estaba su piel mientras ambos luchaban por sacarle la ropa.

El jean prácticamente tuvo que ser pelado. Era casi ridículo el modo en que se aferraba a la perfección a los suaves muslos, y Jaebeom se avergonzó de estar excitado aún después de que el animal salvaje dentro de él hubiera intentado comerse a su compañero.

A su polla parecía no importarle, ni tenía ningún sentido de la vergüenza. De lo contrario no se hubiera parado en posición de firmes, ansiosa y dispuesta a actuar.

—Estás duro

—Ignóralo 

Agarró después las medias de Jinyoung, sacándolas de un tirón de sus pies y arrojándolas al piso. La única cosa que quedaba era el calzoncillos, y esos también estaba mojado.

Y por eso, era fácil de ver que Jinyoung también estaba medio duro. Aún después de haber estado afuera en la lluvia helada, y haber disuadido a Jaebeom de comérselo, estaba excitado.

Eso podía ser por el torrente de adrenalina. Jaebeom trató de no mirarlo. Ni siquiera podía verlo a los ojos. Era más seguro quedarse mirando las rodillas del hombre. Debería haberse parado y buscado una toalla para el hombre, o mejor que eso, llevarlo de vuelta a su habitación, pero no se pudo mover.

ALFA MONSTRUO [BNIOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora