El despertador está sonando. Son las nueve de la mañana, es bastante temprano pero debo salir a correr para mantenerme en forma, ya que aquí no tenemos gimnasio.
Cojo unas calzonas y una camiseta de tirantas y salgo de mi habitación. Al parecer todos están dormidos. Nos dijeron que hoy recibiríamos una carta con la primera misión, pero el buzón está vacío. Salgo por la puerta y ya me pongo a correr. A pesar de que no suelo salir a correr, aguanto bastante, creo que más de una hora está bien para una persona que no está acostumbrada a correr.
Poco más tarde de las diez vuelvo a llegar a la casa, solo María está despierta. Está con la boca llena de cereales en la mesa del salón.
-Buenos días, Al.- Su voz tiene el típico tono de recién levantada.
-Buenos días, María, Te has levantado temprano, ¿no?
-Pues anda que tú, que ya has vuelto de correr y todo.
-Ahí tienes razón, bueno, voy a desayunar.-Me dirijo hacia la cocina. María viene conmigo con su bol vacío, lo lava mientras yo me hago una tostada. Barto acaba de entrar en la cocina con una camiseta de mangas cortas muy ancha y unas calzonas.
-Oye, ¿habéis visto la puerta que hay debajo de las escaleras?. Es muy rara.-Barto parece extrañado, la verdad, yo también. Nos hemos acercado a las escaleras para verla. Nadie había antes advertido aquella puerta, y sin embargo, allí estaba, delante de nuestras narices.
Barto abre la puerta, hay unas escaleras de madera vieja que descienden hacia lo que parece un sótano. Los escalones crujen mientras bajamos. Una vez abajo, encendemos la luz y un enorme sótano se extiende ante nosotros.
-¡Es un gimnasio!- No me lo esperaba, pero me encanta.
-Mirad, chicos. Hay un ring de lucha.-Al aviso de María, Barto y yo miramos al ring a la vez y después nos miramos el uno al otro.
-¿Una pelea?-Barto parece emocionado.
-Claro.- En realidad yo también lo estoy.
Subimos al ring y nos quitamos la camiseta.
-Oye, antes de empezar, ¿Es una esvástica lo que llevas tatuado en el pecho?-Me está horrorizando esa imagen.-¿Eres Nazi?- Mi cara de asco debe ser monumental.
-Si, es una esvástica y no, no soy nazi, la esvástica es una símbolo mucho más antiguo que el nazismo y significa ''buena suerte'', es hindú, y te recuerdo que mi familia tiene unas creencias que derivan del hinduismo. Aparte la esvástica Nazi gira hacia la derecha y la mía hacia la izquierda. Los Nazis fueron unos cabrones que se apoderaron de un símbolo mucho más grande que ellos. -Barto realmente parece enfadado, pero al menos ha quedado claro que no es Nazi, solo es hindú. Menos mal, no creo que pudiera convivir con un Nazi.
-Vale tío, no te enfades, pero entiéndeme.-Ahora me siento un poco mal por haberle puesto cara de asco.
-Tranquilo, te entiendo, aparte créeme cuando te digo que estoy totalmente en contra de todas esas políticas dictatoriales. Pero bueno, ¿no hemos venido para hablar de política, no?- Se pone en posición defensiva y una sonrisilla se le escapa.
-Yo marco el inicio de la pelea.-María también parece emocionada por la pelea.- ¡Ya!
Barto sale con una velocidad endiablada hacía mi. No me da tiempo a reaccionar cuando su puño contacta con mis costillas. No solo es rápido, además es muy fuerte.
Lanzo mi puño contra su cara, pero ya no está ahí. Siento un dolor repentino en la mandíbula, otro puñetazo, caigo de espaldas, pero me levanto rápido, Barto no me da ni un respiro, su rodilla contacta ahora con mi abdomen, me suelta un segundo, pero acto seguido su codo choca contra mi nuca. Este hombre es increíble, apenas me da tiempo a verlo cuando ya ha cambiado de lugar. Ahora está otra vez delante, suelta puñetazos contra mi barriga y mi pecho como si fuera una ametralladora. Parece que este combate estaba acabado antes de empezar. Barto lanza su puño contra mi cara, caigo de espaldas sobre la lona del ring, estoy destrozado.
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Cazadores: Dianne
Fantasy-Vale. Pues que te vaya bien. ¿Te vas a llevar a Dianne? -Por supuesto, no iría sin ella a ningún sitio- Le dedico a mi madre una gran sonrisa y me voy a la sala de entrenamiento cargado con mi mochila mientras me como unas cuantas galletas que he c...