Son las cinco de la madrugada, no he pegado ojo en todo la noche. No he hecho más que darle vueltas en mi cabeza al enfrentamiento con el ghoul. Aún me es difícil aceptar que no acerté ni un disparo.
Con un suspiro me levanto de la cama, en este pueblo hace mucho calor durante todo el día, y no disminuye por las noches. Me dirijo al cuarto de baño. Una vez dentro, junto las manos, las lleno de agua y meto la cara en ellas. Necesito refrescarme, para quitarme un poco el calor y para ver si así se me aclaran las ideas.
Cuando salgo veo que Lidia se asoma a su puerta.
-¿Qué haces levantado a estas horas?- Su voz tiene un tono de extrañeza.
-Pues básicamente es que no he sido capaz de dormir en toda la noche.
-Es que con este calor es difícil coger el sueño.
-No es por eso, no paro de darle vueltas a la pelea con el ghoul.-Hablamos susurrando para no despertar a nadie. Mientras hablábamos, me he ido acercando a ella, ahora mismo estamos los dos bajo el marco de su puerta.
-Yo tampoco puedo dormir, ¿quieres pasar?- Se aparta de la puerta y me hace un gesto con la mano.
Entro. Ella se sienta en la cama, con la espalda apoyada en la pared y me hace un gesto para que me siente a su lado.
Cuando me siento, estamos bastante cerca, pero no llegamos a tocarnos.
-Puedes contarme que te ronda por la cabeza si quieres.-Lidia es muy amable conmigo, todo lo contrario que con los demás.
-Es solo que no entiendo como pude fallar todos los disparos, nunca había fallado tantas veces seguidas.
-Tranquilo, por muy bueno que seas, siempre habrá algo que supere tus habilidades...
-Eso no se lo digas a Barto.- Barto cree que es el mejor y que nadie lo supera, es un poco prepotente. Lidia se ríe con la broma y sigue hablando.
-Cállate y déjame terminar la frase. A ver, ¿por donde iba?. Ah sí, pero tú lo único que puedes hacer ante ello es levantarte y entrenar todavía más duro para superar los obstáculos, en definitiva, que no te puedes poner así por la primera piedra que se ha puesto en tu camino. Te aseguro que habrá más, y más grandes.- Parece satisfecha con lo que ha dicho, como si hubiera sacado a relucir una nueva teoría filosófica.
Empiezo a reír.
-¿De qué te ríes?.- Parece extrañada y algo molesta.
-De ti.
-¿Por qué?
-No sé, me has hecho gracia.
-Aaah bueno entonces vale.- Su tono sarcástico es bastante reconocible ya que lo utiliza mucho.
-Oye, ¿te gusta el morado?
-Si, ¿por qué lo preguntas?- Ahora sí que parece extrañada.
-Por curiosidad, llevas una mecha morada y las uñas pintadas de morado, así que he supuesto que te gustaba y te lo he preguntado.
-Pues ya te he respondido, de hecho es mi color favorito. ¿Qué hay de ti?¿Qué color es tu predilecto?
-El azul, pero no un azul oscuro, me gusta el azul claro, como el celeste o el turquesa, de hecho creo que prefiero el turquesa.
Miro a mi alrededor por la habitación, buscando algo que nos pueda dar un tema de conversación, parece que a ninguno de los dos se nos dé bien. Pero la pantalla de su ordenador está encendida, y su fondo de escritorio no me pasa desadvertido.
ESTÁS LEYENDO
Cazadores: Dianne
Fantasía-Vale. Pues que te vaya bien. ¿Te vas a llevar a Dianne? -Por supuesto, no iría sin ella a ningún sitio- Le dedico a mi madre una gran sonrisa y me voy a la sala de entrenamiento cargado con mi mochila mientras me como unas cuantas galletas que he c...