CAPÍTULO I: Estáis avisados

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              Las doce habían pasado y una suave canción empezó a recorrer las paredes del lugar, eclipsando el silencio de las voces del alma de Kate. Pero, aun así, ella tan solo podía escuchar el eco de sus últimas palabras en su cabeza: "Uno de los dos debe morir. Y tú no podrás hacer nada por impedirlo". ¿Por qué? ¿Por qué siempre que encontraba la felicidad se la arrebataban?

Kate empezó a reflexionar, recordando cómo la anciana le había dado un collar para Eleazar asegurándole que eso lo mantendría a salvo, incluso de ella misma. ¿Quizá el que se encontrara finalmente con él sería lo que causaría su muerte? ¿Es que acaso tenía que elegir entre Alec y él?

—¿Me concedéis este baile? —Al escuchar la voz de la persona que más deseaba que estuviera a su lado en ese momento, no pudo evitar tirarse a sus brazos y hundir la cabeza en su pecho. Alec se sorprendió ante su reacción—. ¿Estás bien? —preguntó al mismo tiempo que rodeaba su cintura con una mano y acariciaba sus cabellos con la otra.

—Solo necesitaba un abrazo —murmuró ella en respuesta mientras lo abrazaba con fuerza. Alec asintió y se mantuvo a su lado, consolándola—. No me leas el pensamiento —añadió ella, temerosa de que Alec pudiera descubrir algo de todo el caos que en ese momento inundaba su mente.

—No pensaba hacerlo —respondió él—. No te negaré que me encantaría saber qué es lo que hace que Katherine Copper se lance a mis brazos así, pero... Te prometí que me mantendría lejos de tus pensamientos. Y cuando estés lista para contármelo, yo siempre estaré aquí para escucharte.

—Gracias —murmuró ella con una débil sonrisa.

—Siento mucho lo de antes, Kate —empezó a decir Alec alejándose un poco de ella para poder mirarla a los ojos—. Si tan solo hubiera estado pendiente podría haber evitado... —El dedo que Kate posó sobre sus labios detuvo sus palabras.

—No digas nada más —dijo ella mirándolo fijamente—. No ha sido culpa tuya.

—Pero... —intentó rechistar Alec, pero Kate tapó su boca entera con la mano.

—No sigas por ahí, ¿vale? —dijo, seria—. Y no vuelvas a intentar mentir para protegerme.

—Lo siento... —murmuró él bajando la mirada—. Tan solo quería evitar volver a ver esa expresión de dolor en tu rostro, no quiero que derrames más lágrimas por mi culpa... —continuó, alzando la vista hacia ella, apenado—. Parece que solo sirvo para hacerte daño, ¿eh?

—No es cierto —rebatió ella acercándose a él para rozar sus labios. Alec dio un paso hacia atrás.

—Hay demasiada gente... —murmuró, mirando a su alrededor. Kate no dudó y volvió a acercarse a él.

—¿Es que acaso importa? —preguntó. Alec trató de mantener las distancias, pero había demasiada gente a su alrededor para poder alejarse y sintió cómo los labios de Kate rozaban los suyos.

—Todo el mundo sabe quién eres... —intentó luchar Alec—. Y Melisa me reconocerá...

—No me importa —respondió ella—. Bésame... Por favor — suplicó, mirándolo fijamente mientras sentía cómo su respiración se aceleraba. Y ante aquella mirada, Alec no pudo evitar presionar sus labios contra los de ella, cerrando los ojos mientras rodeaba su nuca con las manos.

Kate hundió las manos en sus cabellos, cerrando los ojos a su vez y sintiendo cómo la multitud a su alrededor se desvanecía. Cómo el único sonido que era capaz de escuchar era el de sus corazones latiendo al compás de su respiración y una ardiente sensación recorriendo su piel. No sabía cómo Alec se había convertido en la única persona de su mundo, pero así era, y no le importaba lo que los demás pudieran pensar.

Cielo Nocturno - Parte II: Alma de AsesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora