CAPÍTULO IV: Ahora o nunca

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              Un deportivo de color oscuro viajaba a gran velocidad por las calles de Salvia, derrapando en cada curva que realizaba para ejecutar la maniobra lo más rápido posible y de esa forma conseguir despistar a quien lo perseguía. El sonido de un teléfono interrumpió su fuga.

—Vaya, vaya, ¿qué quieres? —preguntó la conductora del vehículo mientras sonreía.

—Rose, sácanos de aquí —escuchó al otro lado, su voz parecía agitada.

—Por fin, sí que has tardado —respondió entonces Rose—. ¿Dónde estáis? —preguntó.

—En mi casa.

—Llego en diez minutos. Haced las maletas. —Y así Rose concluyó la llamada, dando media vuelta y dirigiéndose a la casa de Alec.


                      Mientras tanto, Kate miraba con incertidumbre a Alec, pues no entendía nada de lo que estaba pasando. Al ver que Alec seguía con su atención sobre el móvil, pareciendo escribirle un mensaje a alguien, Kate se decidió a preguntar.

—¿Quién es Rose?

Alec alzó la vista y la dirigió hacia ella, después suspiró.

—Es una renegada infiltrada en la Organización —respondió. Kate lo miró con perplejidad.

—¿Es una renegada? ¿Como nosotros? —preguntó. Alec asintió.

—Es capaz de crear ilusiones, ella fue quien me ayudó con lo de James haciendo parecer que tú fuiste quien lo matabas y... —Alec apartó la vista—. También es quien asesinó al padre de Melisa... Pero eso no es lo importante, Kate. Nos vamos de aquí.

—¿Cómo? ¿Qué quieres decir? —preguntó Kate acercándose a él, pasando por alto los detalles de antes. Ni siquiera quería pararse a pensar en que fuera la asesina del padre de Melisa, ni tampoco en que fuera la que los ayudara con James, de hecho, eso se lo agradecía.

—Que nos fugamos, Kate —aclaró Alec mirándola fijamente—. A ese lugar del que tanto has oído hablar: la ciudad del bosque.

—Pero... —murmuró ella—. ¿Crees que es buena idea? ¿Qué pasará con la Organización? Knight intentará matarnos.

—Knight ya estaba intentado matarte, Kate —respondió Alec—. En la ciudad del bosque estaremos a salvo, no se atreverá a ir allí, estoy seguro, ella es la que teme una guerra.

—Pero Alec, la ciudad del bosque está llena de gente que te odia... —dijo Kate, recordando las palabras de Melisa—. ¿Qué harás allí? ¿Y si intentan matarte? —preguntó mientras lo miraba con gran preocupación, poniendo una mano en su mejilla.

—Tú estarás a salvo, eso es lo que importa —aclaró él agarrando su mano y cerrando los ojos—. Y Rose nos quiere a ambos con vida... —abrió los ojos y la miró fijamente—. Estaremos bien, te lo prometo.

—No voy a hacer lo que estás pensando —afirmó Kate mirándolo fijamente y apartando su mano—. No voy a alejarme de ti, fingir que no te quiero, solo para que ellos no empiecen a odiarme a mí también —aclaró. Alec apartó la mirada, suspirando.

—Kate...

—No, Alec. ¿No estás harto de esto? Una y otra vez: fingir, escondernos, mentir. Yo estoy cansada. ¿No puedo estar contigo delante de todo el mundo? ¿Es que está mal? Me da igual lo que todos piensen, que me odien. ¿Sabes lo que eso me importa? Si nos fugamos, prométeme que no te alejarás de mí. Pase lo que pase.

Cielo Nocturno - Parte II: Alma de AsesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora