—¿Por qué...? —Las últimas palabras de James hacían eco en los sueños de Kate, repitiéndose una y otra vez, como si esperaran que alguien las completara. ¿Cómo iba James a terminar aquella frase? Al mirar a su alrededor, Kate pudo comprobar que se encontraba de nuevo en aquella azotea, con el negro cielo envolviéndola. Y cómo, de repente, un sin fin de James la rodeaba.
—¿Por qué dejaste que me matara? —preguntó uno mirándola fijamente, con un hilo de sangre recorriendo su ojo y su mejilla a causa del corte en su frente. Kate no pudo evitar mirar hacia otro lado, sintiendo la culpabilidad apoderándose de ella.
—¿Por qué pretendías matarme tú primero? No te hice nada —le dijo el James con el que se encontró de cara. Un James malherido, con sangre brotando de su pecho, bañando toda su ropa de rojo y goteando sobre el suelo. Kate se abrazó a sí misma al recordar aquella visión en la que lo mataba, sin poder evitar gritar y cerrar los ojos, corriendo por el único lugar por el que parecía que podía alejarse de ellos.
—¿Por qué no lo impediste? Dijiste que salvarías a todo aquel que pudieras —dijo el James que apareció justo frente a ella. Kate gritó con todas sus fuerzas al ver a aquel James: su sien completamente desfigurada por la bala, pudiendo llegar a ver el interior de su cráneo, con un ojo totalmente cubierto por la sangre y el otro mirándola fijamente. Un ojo apagado, sin vida, blanquecino. El cuerpo de James tenía un tono azulado y pálido. Kate podía sentir el olor a muerto que emanaba de él y, con todas las imágenes desagradables que acababa de ver, no pudo evitar arrodillarse en el suelo, tapándose los oídos para no escuchar las voces que resonaban en su cabeza. Cuando escuchó el disparo y el ruido del cuerpo de James cayendo al suelo, no pudo evitar dejar escapar otro grito.
—¡Kate, despierta! —Kate despertó de golpe, chillando, con las manos temblorosas y el sudor recorriendo cada parte de su cuerpo. Su madre estaba a su lado, abrazándola con fuerza—. Solo ha sido una pesadilla, no pasa nada, tranquila —murmuraba Helen una y otra vez mientras acariciaba su cabeza. Kate podía sentir su corazón desbocado palpitando con fuerza contra su pecho.
«¿Es esto lo que siente Alec cada noche...?», pensó mientras intentaba calmar su acelerada respiración.
—Tranquila... —continuaba su madre. Kate le devolvió el abrazo cuando recuperó la compostura, aunque todavía podía sentir cómo sus manos temblaban con fuerza—. No pasa nada...
—Estoy bien... —logró farfullar Kate, aunque su voz sonaba rota por dentro. Helen asintió y se apartó lentamente de ella, mirándola fijamente a los ojos y acariciando dulcemente su mejilla.
—¿Seguro? —preguntó. Kate asintió.
—¿Qué hora es? —inquirió, dirigiendo una mirada hacia el móvil de su mesilla.
—Las cinco —respondió su madre con una pequeña sonrisa.
—Perdona por haberte despertado, mamá.
—No te preocupes por eso, cariño —respondió Helen rápidamente mientras negaba con la cabeza, no dándole importancia—. Intenta descansar, ¿vale?
Kate asintió y volvió a acostarse en la cama. Su madre la arropó, dándole un beso en la mejilla y saliendo después de la habitación. Kate dirigió una mirada hacia la ventana mientras sus ojos se cerraban lentamente, abrazando su peluche con fuerza. Le pareció ver cómo una sombra subía al tejado de la casa de Alec justo cuando el sueño se apoderaba de ella.
—¿Por qué...? —La voz de James volvió a adueñarse de sus sueños. Parecía no querer dejarla en paz, evitando que pudiera descansar. Pero esta vez era distinto. Kate se encontraba en una habitación oscura y no era James el único que la acompañaba.
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Cielo Nocturno - Parte II: Alma de Asesino
FantasyLas almas han hablado. Las vidas de Alec y de Eleazar están en manos de Kate. ¿Cómo afrontará ella esta nueva situación? ¿A quién decidirá salvar... y a quién dejará morir? Esto no es más que el principio. La Organización se acerca y la paciencia de...