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En su habitación, Jae sacaba de su valija el único equipaje que necesitaba. Contempló las herramientas con un suspiro mientras éstas eran colocadas en su mesita de tocador. Veía con anhelo el aceite aromático, se imaginaba cuando sería la primera noche que lo ocuparía en tan suave piel que había percibido. Unas cintas de seda para sujetar sus manos si así lo deseaba.

Quería darle a Millie la aventura física que buscaba, una en la que no se arrepentiese de haber contratado sus servicios desde Seúl.

Escondió las cintas entre sus corbatas, los bibliotecarios no usarían tal cosa para su labor. Sonrío tras aquel pensamiento. ¿Un bibliotecario? Aquello era nuevo, había fingido ser otras cosas antes, lo que ocuparán sus clientas. Entre tanto, se había convertido en un camaleón.

En su profesión el debía hacer eso, lo cual no estaba del todo mal, sobre todo cuando la fantasía era mejor que una realidad llena de deudas, de preocupaciones e incluso de culpa.

Ignoró aquellos pensamientos y centró sus esfuerzos en planear su estrategia. No necesitaría aquella loción para los masajes, Millie había mencionado que estaba preparada, pero en su intuición sabía que no era cierto.

Había notado su nerviosismo desde el principio.

Se tumbó en la cama estirado echando sus brazos por detrás de su cabeza. Tenía dos horas para la cena y necesitaba utilizarlos para pensar.
Planeo la velada en su cabeza como un general antes de luchar. El campo de batalla de la primera noche sería la mesa.
Eso sería fácil.
Había muchas maneras de acariciar el pie de una copa, de tomarla y comer de manera en que estimulará el interés sexual sin dejar de hablar, logrando que así ella se relajara, que lo viera más como un hombre, que como una máquina que estaba ahí pata satisfacer una necesidad sexual.

Pero para Jae, su objetivo era doble. Lograr que ella olvidase la parte artificial de su acuerdo y averiguar que la había llevado a escribir ese correo electrónico. Más que eso, saber porque era tan necesarias esas líneas.
Y es que no eran demasiadas palabras, pero las suficientes para que en el despertará su curiosidad.

Una mujer que estaba dispuesta en pagar cincuenta mil dólares por diez noches de placer, podría viajar sin problema alguno a Seúl o a cualquier parte del mundo en busca de alguien mejor.

Ella era atractiva sin duda. Hubiese sido un problema para el que fuese lo contrario, pero en cuanto la vio se olvidó de cada paisaje visto afuera mientras llegaba.
La curva de su mejilla que le otorgaba a su rostro un aspecto delicado; el verde musgo de sus ojos que eran el vivo retrato a un campo de hierba en verano; y claro de su cabello que era el color de la miel silvestre. Sí, había notado también curvas bien definidas bajo su largo vestido.

¿Por qué alguien con esa fachada se refugiaria en el campo?.
Sí era por decisión propia, eso aumentaba más su interés.

Es que, existían pocas mujeres que decidían un exilió de vida siendo millonarias y muy guapas.


Se vio la hora, faltaban pocos minutos para la cena. Ya se había duchado.
Un traje color cappuchino, camisa blanca y una corbata negra se le miraban muy bien. Amarró las agujetas de sus zapatos negros nuevos. Los había adquirido especialmente para ésta aventura. Satisfecho de su apariencia, cerró los ojos y tomo aliento. Iba a dar comienzo a la seducción. Le haría el amor a Kang Millie como si todo dependiera de ello. Por que al final, así era.

Salió para esperar por su presencia en la recepción. Ese era un vital código de caballeros. Ninguna dama podría esperar preocupada por su invitado.
Acepto gustoso una copa del mejor vino de casa que su mayordomo ofreció. Sonrío al oírla llegar detrás de él.
Su garganta se vio afectada tras no poder pasar el líquido que había bebido.

¿¡La señorita Millie quería matarlo de una erección!?
Enfundada en un vestido rojo de terciopelo fue como lo veía. Por debajo del cuello resultaba visualizarse como toda una femme-fatale. Pero sus ojos chispeantes le aseguraban que aún era mucha su incómodidad.

─Luces espléndida

¿Qué podía decir?. Ella solo lo estaba contemplando. Era demasiado precioso para sus ojos. Su sonrojo notorio le hizo sonreír a Jae. Cayó en cuenta que había pasado mucho tiempo sin responder absolutamente nada.

─Usted se mira muy bien

─¿En serio? Al parecer alcancé un objetivo más está noche

─¿Objetivos?

─Hacer que disfrutes de mi mano ésta velada, es uno de mis más grandes objetivos, señorita Kang

Sintió el calor de su cuerpo encenderse poco más y se limitó a asentir.

─Vayamos al comedor

─Antes, me permití traer un obsequio para usted desde la ciudad. Espero ansioso que lo acepté

Del pequeño bolso de su saco, una pequeña caja roja salió. La abrió para presumir un hermoso collar en forma de lirio. Eso le sorprendió demasiado a Millie. Le fascinaban los lirios. ¿Casualidad?.
Siendo lo que fuese acepto el detalle.

─Es bellísimo

─La belleza de éste dije le queda corta a su perfecta esencia. Realmente se ve fantástica está noche

Un Acompañante de Lujo  [Jaehyun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora