Capítulo XIV

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En aquella habitación se puede escuchar perfectamente los besos que se daban aquellos amantes. Los leves suspiros de Len mientras acaricia la nuca de aquel grandullón. Katakuri estaba desesperado queriendo poseerla en ese mismo instante. Ronronea unas cuantas veces por cada roce de ella. No sabéis cuánto ha deseado esto, más que su propia vida. Tenerla de nuevo en su cama y hacerla gemir como nunca.

Aquellas manos enormes recorren cada centímetro de aquel cuerpo bien trabajado de la joven. Ya no estaba débil. Está más fuerte que un roble. Una leve mordida en el hueco del cuello bastaba para recibir un pequeño por parte de Len. Oh, aquel sonido le volvía loco. Haría cualquier cosa solo por escucharlo. Las manos de Len se detienen en aquellos cabellos alborotados tirando con fuerza sintiendo que se iba a desvanecer en ese mismo instante. Ya las ropas habían volado. Estaban desnudos en cuerpo y alma y podían notar la necesidad del otro.

Katakuri podía aprovechar la ocasión de mimarla cuanto se le antojaba y Len no se quedaba atrás. Son dos personas que se querían y se compenetraban. ¿Quién diría que una pequeña hobbit estaría con un grandullón de cinco metros? Hasta se reían mentalmente de ese pensamiento. Gracioso, ¿verdad? La lengua de aquel hombre no paraba de recorrer aquel cuello tan pequeño que con una sola mordida le bastaba para marcarla de por vida. Aquella articulación juguetona desciende lentamente por la zona de la clavícula, pasando por el esternón donde se encontraba sus dos montes hasta llegar la zona de su vientre. Le encantaba dejar marcas en el cuerpo de la chica.

Len no paraba de temblar ante aquellas leves lamidas y mordidas que provocaba Katakuri en su cuerpo. Se estaba mojando, lo sabe perfectamente. Las manos del hombre se paran en sus muslos arañando un poco aquella zona. Sonríe levemente al escuchar un leve gemido por parte de Len. Y su boca ya estaba muy cerca de su sexo, queriendo saborear aquel manjar. Un poco más y su lengua tocaría el clítoris.

No obstante, nunca se esperó que Len utilizaba todas sus fuerzas para empujar al grandullón y acostarlo dejándolo boca arriba. Por alguna razón, le hizo gracia. La chica va rozando con sus dedos aquel cuerpo trabajado de Katakuri. Aquellos abdominales eran tentadores, era como una tableta de chocolate. Ya se le ha antojado comer ese dulce. Al ser tan pequeña le era difícil llegar a sitios con sus brazos, pero puede palpar perfectamente aquellas zonas. Acerca un poco su rostro y hace lo mismo que le estaba haciendo él. Lamer lentamente los pectorales y los abdominales.

Un suspiro lento sale en los labios de Katakuri apoyando la cabeza en las sábanas, cerrando los ojos dejándose llevar aquella sensación tan nueva para él. El cuerpo de Len asciende poco a poco hasta que su cabeza llega a la zona del gran cuello de Katakuri. Ancho y fuerte. Muerde la nuez de éste recibiendo un gruñido ronco por su parte. Aquel timbre ha resonado que Len no pudo evitar sonreír, divertida. Una de las manos de Katakuri se apoya en una de las nalgas de la chica palpándola y, de vez en cuando, apretándola. Él no se quedaría atrás.

—Como te gusta tocarme ahí.

—Como para no hacerlo. —Con atrevimiento da una fuerte palmada.— Y veo que te gusta que lo azote.

—Estás tocando terreno peligroso, Katakuri.

—Me gusta el peligro.

La joven no puede evitar sonrojarse ante tal comentario. Quería vengarse y sabe cómo. Desciende su cuerpo ante la atenta mirada de Katakuri con una ceja alzada, intentando averiguar qué es lo que tramaba. Su cuerpo se tensa completamente al sentir aquella mano pequeña recorrer por su gran falo. Se muerde el labio inferior y se incorpora queriendo ver más. Un escalofrío pasa por su columna vertebral. ¿Sabes por qué? Porque Len comienza a dar pequeñas lamidas en el glande de aquel miembro.

La cabeza era enorme y era casi imposible que esa cosa puede caberle en la boca, pero eso no le dificultaría en hacerle disfrutar. Mientras hace su gran esfuerzo, observaba el rostro de Katakuri que estaba embobado. Nunca imaginó que Len se atreviese a hacer tal cosa. Sujeta sus cabellos para que no fueran una molestia en la labor de la chica. Esa lengua era exquisita. Qué hiciera un camino de saliva de arriba a abajo y que apoya los labios en la punta para succionarlo un poco, lo estaba volviendo loco.

This is love (One Piece - Charlotte Katakuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora