Ojea entre todos los papeles y los sobres que le han entregado durante toda la mañana encima de la mesa. Entre todos los sobres, hay uno que resalta entre los demás, es de color amarillo y más grande que los demás. Alarga el brazo para llegar hasta él, y con el abridor de cartas, lo rompe con habilidad, y saca la hoja, al instante que ha desplegado la hoja ve las letras pegadas con cola en una hoja blanca trozos de periódico de cada letra formando una frase:
<<Por el honor del pueblo. Nos mancharemos las manos de sangre si nos deshonras>>.
Cuando lo lee, sus manos empiezan a temblar, el corazón ha empezado a latirle con rapidez, otra vez esa persona que le amenazaba. No era la primera carta, pero era imposible acostumbrarse en recibirlas, no podía acostumbrarse algo así. Sus detectives privados que había contratado estaban trabajando para encontrar quién eran, pero se encontraban siempre en un callejón sin salida <<Saben lo que se hacen>>. Pero se asusta más cuando el teléfono móvil empieza a sonar. Mueve los papales que tiene escampados por toda la mesa para encontrarlo, guiándose por ese sonido estruendoso, y cuando lo encuentra mira la pantalla, maldita sea, es un teléfono oculto. Duda ¿Lo debería de coger? Coge aire y al fin lo hace, mirando hacia la ventana que le ofrece su grande y espacioso despacho. Saliéndole una voz insegura y temblorosa.
— Diga.
— Hola señor Almirall, me imagino que ya tienes la carta ¿verdad?
Una voz robótica, distorsionada, hace que los ojos miren a su alrededor nervioso.
— ¿Qué carta? – pregunta sin darle importancia.
— La carta de la libertad señor Almirall. No nos engañe, sabemos que lo ha leído.
— ¿Qué queréis? – la voz tiembla, no podía mostrar autoridad delante de ese robot que llevaba acosándole desde hacía semanas.
— Ya lo sabes. Pero el tiempo corre, y ya no queda mucho tiempo.
— ¡No sé de que me estáis hablando! – exclama salivando con exceso por culpa de los nervios.
— ¿Cuánto se puede hacer por un ser querido? ¿Qué harías para salvar a tu querida hija?
<<Oh, dios mío ¡Gala!>>. Piensa aterrorizado, acelerándose su respiración.
— Sí, amigo mío. Sabemos todo de ella, sabemos donde vive, con quién se frecuenta ir... Así que no querrás poner en peligro su vida ¿verdad?
— ¡Maldita sea! ¡Dejadla! ¡Ni se os ocurra hacerle daño!
Una risa maléfica hace que se ponga más en tensión
— No le pasará nada, siempre y cuando cumplas con nuestras órdenes. Ya sabes como funciona esto. Nada de avisar a la policía. La mínima sospecha de que nos intentes delatar, te sentirás culpable por el resto de tu vida por no pensar suficiente en tu querida niña.
— ¿Quiénes sois? – pregunta aterrorizado, viendo vagamente por su cabeza a su hija Gala sonriendo, la niña de los ojos verdes.
Se hace un silencio unos segundos.
— Somos La Patria.

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Detrás del escudo
ActionGala es una joven que huye de su apellido, para que no la enlacen con la delicada profesión de su padre. La fotografía era su mundo, su vía de escape, hasta que de repente, un ataque en el Parlament donde estaba trabajando se ve involucrada con una...