28 - Segunda oportunidad

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Dos semanas después...

...Muere la mujer del inspector que llevaba el caso de La Patria después de dos semanas de ser atacada por unos de los patriarcas. Fuentes cercanas informan que se encontraba en la UCI después de dispararla cuando salía de un supermercado del barrio de l'Eixample dejándola gravemente herida, pero no superó las heridas. El mismo atacante fue interceptado por un policía que evitó su fuga, murió por un disparo por parte del mismo agente, pero también salió gravemente herido el policía...

Coloca la mano en su boca, no se lo podía creer ¿había muerto la mujer del inspector Viñas? ¿Javier había matado su mujer antes de encontrarse con ella? Tiene la necesidad de coger su móvil, y llamarlo, pero cuando lo piensa, se lo quita de la cabeza en ese mismo instante <<¿Cómo crees que va a estar si lo llamas? Hecho mierda, está claro>>, responde mentalmente. Se acomoda intentando encontrar alguna postura que no le cargaran tanto sus lumbares. Demasiadas horas llevaba sentada de la misma manera, y su cuerpo se lo empezaba a recordar cada dos por tres. Tenía que pedir que viniera alguna de las jóvenes, pero le daba pereza.

Apaga la televisión, pero no puede dejar de pensar en el inspector Viñas. Sabía que detrás de ese rostro, de ese carácter duro e intocable, había una persona, como cualquier otra. Tenía miedo de que se sintiera solo, y que echara a perder su carrera profesional, o que se derrumbase por no tener un hombro a quien llorar.

Pero ella ahora no podía hacer nada. Se encontraba postrada en una cama, esperando que le operasen por tercera vez en menos de dos semanas. Recordándole cada uno de los médicos que le atendía, que no tendría posibilidad de poder andar nunca más, pero querían dejar la columna con las menos secuelas posibles por culpa del disparo que recibió en su espalda.

Ella sí que debería de caer en depresión, se decía con un tono irónico. Pero ella no era así. Valoraba su segunda oportunidad que le dio la vida. Todos dijeron que estuvo el borde de la muerte. Llegan a tardar cinco minutos más la ambulancia en llegar, y se hubiera quedado allí, para siempre. Por eso se mantenía positiva. Porque tubo esa oportunidad, también se veía obligada de demostrar a su querida madre que era una hija fuerte, y que iba a volver a ser esa mujer inquieta y con energía. Aunque cada operación que se hacía no era tan fácil demostrarlo, cuando su cuerpo ya no es lo que era.

No se acostumbra a sentirse tan dependiente a los demás, era doloroso por su orgullo, y tampoco se sentía valorada, ahora se veía como una carga.

Gracias a Rosana, la mujer a quién le ofrecieron como soporte psicológico, le ayuda mantener esa línea, en no pasar el extremo de ni un lado a otro. En cierto modo, se sentía tranquila, con paciencia, con ganas de coger esa silla de ruedas, y al menos salir a tomar el aire. Volver a escuchar los árboles, los pájaros, el agua de un rio... Tenía la esperanza de que pronto lo podría hacer.

— Hola querida – levanta la mirada del libro que tenia en su regazo y ve entrar a la querida Joana - ¿ya está leyendo?

— Sí, se trata de una historia de autosuperación de una mujer que le dijeron que tenía cáncer, y empezó a hacer carreras de bicicleta.

— Oh... Hay que ser muy valiente – le dice con una sonrisa tierna, a la vez que le cambia el gotero por otro de lleno – por cierto ¿espera a alguien?

— ¿Yo? No... ¿Por qué? – se pregunta frunciendo el ceño.

— Hay un hombre ahí fuera, no llega a entrar... Y no sé si anda perdido o espera que salgas.

— Oh... Dile que entre entonces. Aunque no sé quién será.

— Ahora hablo con él.

Una vez ha revisado Joana que está todo correcto, sale de la habitación y escucha su voz detrás de la puerta, habla con alguien. Y a los pocos segundos, la puerta se vuelve a abrir. Sorprendiéndose de repente.

Detrás del escudoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora