Los días de cada día y la hora punta de una tarde, hace que el metro esté lleno de gente sin permitir que pueda entrar ni un ánima más en el vagón donde ella se encuentra. Aunque suene raro, tiene la tranquilidad de estar rodeada de tanta gente permitiéndose pasar desapercibida, sin miradas extrañas, ni presencias sospechosas. Unas sensaciones que ha estado sintiendo desde que salió de la comisaria. Realmente, suena extraño que un momento como ahora, lleno de gente, invadiendo tu espacio personal y estar de cuerpo a cuerpo con desconocidos sea de agradecer.
Cuando llega a su parada, se mueve con agilidad por los túneles y los pasillos esquivando continuamente la gente que va en contra corriente. No sabe por qué, pero a medida que va llegando allí donde trabaja su padre, hace que sus piernas, le pidan ir más deprisa, para llegar antes, pero a la vez también le tiemblan, como si pudiera perder las fuerzas en ellas en cualquier momento.
Sin darse cuenta, casi va corriendo cuando llega a su destino. Se queda en frente del enorme portal, donde la gente que entra y sale desde ese edificio grande y extravagante, como son todos los edificios de Barcelona que pasaron por manos de gente un gran poder adquisitivo. El personal que sale y entra de dicho edifico, va vestida con su ropaje elegante, hecho casi a mida y con un extraño silencio por la cantidad de gente que hay.
Cruza la enorme sala hasta llegar a recepción, donde la querida recepcionista, que se llama Olga, la ve llegar y le ofrece una sonrisa maternal.
- ¿Buscas a tu padre?
- Sí, es urgente.
- Lo siento, se fue después de comer.
Gala frunce el ceño sin entender nada. Miró su agenda expresamente el día anterior y sabía que no tenía ningún viaje previsto por la tarde.
- ¿Dónde está?
- No lo sé... Me temo que tuvo que irse por alguna reunión a última hora.
Maldice en voz baja y la mujer intenta ofrecerle una sonrisa de disculpa. Pero su rabia le recorrió por todo el cuerpo provocando que haga un pequeño golpe con el puño en el mueble del recibidor ¿Cómo es posible que le cueste tanto hablar con su propio padre? Hasta le obliga pensar que esté huyendo de ella. Y pensar que esos hombres los tiene justo detrás, pisándole los talones...
Le da la espalda a la mujer en silencio y sale del edificio. Mira su alrededor y solo ve la gente que camina a un lado a otro, con un rumbo fijo, sin que nadie se percate de que alguien los esté observando. Coge aire y se pregunta qué va a hacer ahora. Sabe que la opción de llamarlo se descarta automáticamente, básicamente porque lo cogería su secretaria y estaría a las mismas.
Pasan unos minutos y ella sigue allí de pie, en la entrada del edificio, hasta que decide ir entonces ir al hospital a ver a Nieves para aprovechar el tiempo mientras se pregunta quién le puede decir dónde encontrar a su padre.
Lo tiene que hacer antes que los Mossos d'Esquadra la encuentren a ella por su huida inesperada de aquella comisaría, y no la dejen ir sola a ninguna otra parte.
Se intenta orientar para llegar al hospital, y entonces decide ir a pie. Coge la tira del bolso que tiene en el hombro, y sube calle arriba con un paso rápido.
Cuando va avanzando, alejándose de dónde venía y empieza a callejear por las calles, vuelve a sentirse observada, vigilada. Se para, se gira, y mira detrás. No ve nada extraño. La calle en que se encuentra es peatonal, y ve gente mayor con su bastón, o alguna madre con el cochecito.
- Es un sitio tranquilo y familiar, no va a pasar nada - Se dice ella misma tomando el paso nuevamente.
Pero cuando da cinco pasos más, no sabe por qué, hay dicha presencia lo vuelve a notar, como si le sintiera una corriente de aire en su espalda y unos ojos que clavan hacia ella. ¿Se estará volviendo loca? ¿Su paranoia puede jugarle su mente?
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Detrás del escudo
AzioneGala es una joven que huye de su apellido, para que no la enlacen con la delicada profesión de su padre. La fotografía era su mundo, su vía de escape, hasta que de repente, un ataque en el Parlament donde estaba trabajando se ve involucrada con una...