Sentarme a observar por la ventana desde el sillón de la sala siempre fue uno de mis pasatiempos favoritos.
Me gusta adivinar las vidas de quienes cruzan la calle, pensar en qué trabajan, cómo es su familia, si tienen mascotas. Otras veces me limito a deducir lo que atraviesa su mente, así descubrí que en el mundo hay dos tipos de personas: las que gesticulan demasiado y las que permanentemente usan máscara de póker.
Imaginar su cotidianeidad es más sencillo, principalmente porque cerca de casa hay varias oficinas y la mayoría son abogados o contadores que seguramente tienen vidas monótonas con sus autos de lujo, su familia perfecta a la vista del público y demás; es una idea prejuiciosa, por eso adoro jugar con el tema. Si lo deseo, esa señora de pulcro traje gris que está caminando apresurada hacia su trabajo, por la noche puede ser una proxeneta que mata hombres adinerados. No lo sé, quizá si sea.
A fin de cuentas, nadie es lo que aparenta. "Todos ven lo que aparentas; pocos adivinan lo que realmente eres", dijo Nicolás Maquiavelo. Me gusta pensar que esas locas invenciones son reales. Me gusta creer que soy de esos pocos.
Me gusta pensar que soy diferente por otras razones, no sólo por la luz.
ESTÁS LEYENDO
Desde mi luz
RandomEs increíble lo que puede suceder en un segundo... Ya sea acabar o comenzar. Fue sólo una luz, brillante como ninguna otra, al punto de consumirlo todo. Hasta la más mínima gotita de vida. ••• Bienvenido a mi luz.