Capítulo final

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Llegó el momento.
Debí contarte que iba a salir, realmente no te mentí cuando lo negué porque no lo había planeado. Pasé la mañana pensando en ellos pero después de que te fuiste se me ocurrió visitarlos. Quizá tendría que haberte dejado una nota, perdón.
Quise volver al comienzo, a los detalles que me enseñaron a amar este lugar aunque no creí que sería así, deseaba hacerlo físicamente. Perdón por no poder.
Perdóneme señora proxeneta, no conoceré su verdadera historia.
Perdón arenero, quería jugar con vos para que no te sientas sólo, tal vez los niños te visitarían si me ven.
Disculpame linyera, no podré escuchar tus canciones ni me enseñarás a tocar tu vieja guitarra ni sabré que contiene tu librito de tapas azules que te hace llorar. Iba a sentarme a tu lado a pedir limosna a los trajeados porque dos hacemos más que uno.
Lo siento gordita, planeé llevarte flores a la pileta ya que no sé dónde estás y tal vez ahí las encuentres pero no voy a llegar.
Perdóneme viejita, fui a comprar limones para regalárselos como usted a nosotros, no son los de su árbol pero podría darles la misma utilidad, lamento no ser capaz de entregárselos.
Perdón psicólogo, no me presentaré a nuestra cita, es una lástima, esperaba averiguar más sobre tu relación con el elegante y sacarme la duda de si tenés cáncer.
Disculpame chico tecnológico, tenía ganas de hablar con vos, que me cuentes sobre tu mundo y cómo llegaste a él, que me ayudes a ordenar el mío.
Lo siento señor del almacén, le quería alcanzar una carta para su ex esposa donde le recordaba que usted aún la ama. Y a mi vecina, otra para su amiga, así de una vez dejan de sufrir.
Perdónenme mellizas, su tía me contó que están solas y pensé en juntarlas en la plaza, no sabré cómo les fue aunque espero que se abracen otra vez.
Y te pido perdón a vos, ojalá encuentres el cuaderno en el que escribí mis pensamientos para que entiendas lo he deseaba hacer y puedas llevarlo a cabo por mí.
Antes de salir de casa miré por la ventana e imaginé lo que sucedería, no esperaba esto.
Mientras cruzaba la calle, camino a la placita, se me acercó a toda velocidad, sus faros me iluminaron hasta tragarse todo alrededor: los ruidos, la gente, el aire; sentí mi cuerpo vibrar, flotar y después, nada, estuve así el tiempo suficiente para recordar todo esto. Convertí sus rayos en mi luz, la cual empieza a apagarse pero me permite rememorarlo todo una vez más y ver como un puntito lejano otra luz que quizá sea realmente mía.
Fue un instante, sólo una luz, brillante como ninguna otra, al punto de consumirlo todo.
Llegó el momento.
Hasta pronto.

Fin

Desde mi luz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora