En mi calle no sólo hay casas y oficinas, cerca de la placita se encuentra el consultorio de un psicólogo.
Son varias las características que deben poseer quienes se dediquen a esto pero él no lo parece. Quizá no es bueno, los pocos que lo visitan jamás vuelven. O quizá es demasiado bueno y por eso no regresan. No lo sé.
Su aspecto no es el mejor: cabello largo, camisas arrugadas y barba desalinieada. La gente murmura que es un alcohólico y que si no deja de fumar pronto tendrá cáncer, sin embargo no parece enfermo, al contrario en estos días lo vi muy felíz.
Un mes atrás llegó a su consultorio un hombre, con el traje pulcramente arreglado, la cabellera engominada, dejaba un rastro de perfume a su paso. Estuvo ahí más o menos una hora, se fue de la misma forma que el resto.
Regresó al día siguiente.
Esta secuencia se repitió durante una semana, hasta que pude detectar cambios: el trajeado iba y volvía con una sonrisa, el psicólogo comenzó a afeitarse.
Quince días después de la aparición del "paciente", los vi irse juntos. De la mano.
Fui testigo de su primer beso, era evidente por como se miraban con duda, temor y deseo, luego se encontraron desesperados, fue tan lindo que quería fotografiarlos.
También presencié los gritos, a los estúpidos arrojandoles basura, las discusiones y los abrazos llenos de tristeza.
Desaparecieron un tiempo, debo admitir que los extrañé.
Cuando volví a verlos, ya no estaban juntos. Regresó la barba y los rumores de cáncer.
Una madrugada más tarde vi otra vez los besos. Debían esconderse.
Antes de irme quiero ver luz en su amor.
Quiero amor como el suyo en mi luz.
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Desde mi luz
RandomEs increíble lo que puede suceder en un segundo... Ya sea acabar o comenzar. Fue sólo una luz, brillante como ninguna otra, al punto de consumirlo todo. Hasta la más mínima gotita de vida. ••• Bienvenido a mi luz.