Capítulo 25

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Por más que corremos es demasiado tarde, la lluvia nos ha empapado por completo.

El vestido que tengo puesto es demasiado delgado y ya se me transparenta todo.

Tengo las piernas llenas de lodo y no puedo parar de reírme mientras intento seguir corriendo.

—Es de buena suerte — dice Luzbel parándose junto a mí —, la lluvia. Es de buena suerte en estos casos.

—No me digas, aquí la lluvia es de mala suerte si llega en alguna ceremonia...

—No lo sé, pero sólo me queda decirte que te ves hermosa aunque estés mojada.

¿Qué le picó al chico?

—Imagina como te vez tú — admito mientras me acomodo el cabello mojado — estás para que te den atrás de un árbol — le suelto y salgo corriendo mientras me río por mis palabras.

—Podría decir lo mismo — contesta emparejándome —, y vaya que puedo — acepta mirándome de arriba a abajo.

—Ajá — acepto mientras intento cubrirme un poco, pero es inútil de verdad.

—¿Te da vergüenza que te mire desnuda?

—No estoy desnuda.

—Casi.

—Exacto, casi.

—¿Te avergüenza?

—Tal vez.

—¿Y eso por qué? Te vi completamente desnuda ayer. ¿Lo recuerdas? — susurra en mi oído, haciendo que se me erice la piel — ¿O necesitas que te lo recuerde?

Para este punto estamos parados, tengo la espalda recargada en un árbol y Luzbel está pegado a mí, sus labios rozan mi oreja en repetidas ocaciones, haciendo que escalofríos me recorran por completo sin parar.

—Sabes como somos los humanos — contesto —, tienen que recordarnos constantemente las cosas, o si no se nos olvidan.

Luzbel busca mi rostro ahora, se queda mirándome a los ojos un momento mientras agua cae del cabello de ambos, bajando por nuestros rostros y goteando de la nariz y la barbilla.

Supongo que va a darme un resfriado por esto, y yo sólo voy a poder decir que valió la pena enfermarse.

Justo cuando voy a moverme para seguir el camino, Luz me alza en brazos, sacándome de balance y dejándome un poco mareada.

Estamos cerca de casa, puedo verla desde este punto. Sin embargo deseo llegar ahora, y eso sólo me hace sentir más eterno el camino.

El viento sopla violento contra nosotros, la lluvia no hace más que intensificarse y cuando las gotas pegan contra mi cara puedo sentir un ligero ardor por el golpe.

Luzbel va demasiado rápido, aún no puedo acostumbrarme al hecho de que aún cuando sólo camina, recorre metros en segundos y dando pocos pasos; aunque sí, supongo que esto fue lo mejor, de no haberme cargado, aún ni siquiera habríamos salido del bosque.

—Linda tu suerte — comento casi gritando por el sonido de la lluvia que nos rodea.

—Entre más mejor — acepta sonriéndome.

—¿Bromeas? ¿Acaso el señor va a provocar un segundo diluvio universal por nuestro pecado?

—Pues... — inquiere mientras mira todo a su alrededor —. No me lo había puesto a pensar, pero ahora que lo dices sería una posibilidad.

—¿Qué? — pregunto claramente alarmada. Sé que seguramente esta es una de sus bromitas idiotas, pero cuando miro a mi alrededor me pierdo. No sé dónde estamos, la lluvia es tan intensa que no veo más que agua a mi alrededor. Y no es exageración, no logro ver ni la sombra de mi casa — ¿No sería más fácil sólo dejarnos caer un rayo?

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