Capítulo 16

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—No puedo creerlo — logra musitar Luzbel luego de salir de un transe —, no eres mi hijo, eso es imposible.

—Sólo míralo, Luzbel — pide Lilith —, es exactamente igual a ti, y ni hablar de sus encantos, tiene todas las miradas encima cuando pasa por un lugar.

—¿Cuántos años tienes? — le pregunta encarándolo.

—¿De cuántos me veo?

—Más de dos mil, eso es seguro.

—Crecí rápido, ¿no? Tengo quinientos.

—Eso no te lo crees ni tú. Habla, ¿cuántos años tienes?

—Digo la verdad — insiste —, ¿por qué te mentiría?

—Esto tiene que ser una puta broma.

—Pues no lo es, padre.

—No me digas padre, para ti soy Luzbel. ¿Cómo te llamas?

—Aram.

—Que original — puedo notar como Luzbel se burla de su nombre —. La verdad es que sigo incrédulo ante esto.

—¿Qué más necesitas, Luzbel? — pregunta entonces Lilith —. Aquí lo tienes, lo estás mirando, no hay dudas, es exactamente igual a ti.

Y lo es, por Dios santo, son contadas las cosas en las que no se parecen, y realmente son nulas.

Esto está mal, muy mal. Si tuve la esperanza de que todo fuera una broma, un engaño o una mentira, me equivoqué, es más real que el propio Luzbel.

Estoy bien... tengo que estar bien... esto es sólo un bache más, puedo soportarlo, sé que puedo.

—¿Qué es lo que quieres de mí? — pregunta Luzbel.

—Los rumores corren rápido, supimos que no estás más en edén, que ahora vives entre los humanos. Y a tu hijo se le ha metido una idea estúpida en la cabeza.

—¿Y qué quieres que haga? ¿Que hable con él como si fuéramos padre e hijo de verdad?

—No, eres el único que puede ayudarlo.

—¿Ayudarlo con qué?

—Quiere salir de aquí — explica Lilith mientras comienza a caminar —, quiere ir a su mundo, a conocer a los humanos, vivir entre ellos...

—No — niega rotundamente —, no pienso llevarlo conmigo, él pertenece aquí y aquí va a quedarse.

—No seas así, él sólo quiere estar allá, no será un problema, después de todo no es un niño de brazos.

—Me niego — insiste —, no pienso llevármelo.

—Piénsalo bien, Luzbel — exige Lilith encarándolo —, porque de aquí no sales sin él.

(...)

—¿A dónde planeas llevarlo? — pregunto por lo bajo mientras caminamos por el bosque.

—Ya veré, pero no será un problema — contesta Luzbel muy seguro de sus palabras —. Conseguiré un lugar donde pueda quedarse.

—De acuerdo... iré a casa.

—Camina más rápido, sanguijuela — escucho que ordena Rafael, y cuando me volteo a mirarlo veo como empuja de la espalda a Aram, pero éste en vez de molestarse, tiene una sonrisa pegada en la cara.

—Bien — continúa Luzbel —, ¿quieres que vaya? O prefieres que te dé tu espacio por un tiempo...

—Sólo necesito un rato, puedes ir después de llevarlo a algún lugar...

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