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Cada mañana para ella era diferente, Jolene se dio una ducha y quince minutos después de vestia con una falda negra y una blusa blanca adjuntando la chaqueta de color rojo, se puso los tacones negros y agarró su cartera con las llaves e identificación. En la cocina estaba Tiffany preparando el desayuno, se turnaban para la cocina, su mejor amiga hacia el desayuno y ella la cena, ya que el almuerzo lo tomaban fuera.

—Buenos días— saludo a su mejor amiga—, me llevaré el desayuno, hoy Nicolás me quiere temprano en la empresa.

—Uy, Nicolás— la molesto Tiffany.

Ella rodo los ojos, no era para menos pues lo llamaba por su nombre pero entre ellos existía la confianza para hacerlo. Su mejor amiga le dio un toper con el desayuno, le agradeció y salió disparada hasta el trabajo. Cuando llego a la empresa aún era temprano, saludo al guardia que era su amigo pues el año y medio que llevaba allí trabajando era suficiente para que la conocieran. Subió hasta el penúltimo piso y dejo su bolsa en el suelo y el toper en uno de los cajones de su escritorio, prendió la computadora y limpió un poco su espacio de trabajo.

—Buenos días, Jenner— saludo Nicolás llegando.

—Buenos días, jefe— dijo ella y antes de seguirlo se pasó una mano por el cabello asegurándose que estaba en orden y entro a la oficina para dictarle la agenda del día.

—Recuerdame porque eres mi secretaria en jefe— dijo Nicolás cuando Jolene le había recordado que debía comprar un regalo para su esposa ya que estaban de aniversario.

Ella solo sonrió y salió de la oficina dejándolo solo, debía seguir haciendo sus cosas y además debía desayunar ya que su estómago protestaba.

—Jolene, ¿puedes pasarme los archivos del mes pasado?— le pregunto Luz, su compañera y segunda secretaria de Nicolás.

—Claro— se sentó en lugar para pasarle los archivos que necesitaba.

Quizás no era la más bonita de todas las chicas con las que trabajaba y se llevaba. Luz era de cabellera roja, ojos verdes y una piel tan tersa que parecía porcelana además de poseer un cuerpo de super modelo. Isabella, secretaria del director general/dueño de la empresa, cabello rubio y ojos grises, su cuerpo en forma de reloj de arena hacía que todos los chicos murieran por ella. Los chicos allí tampoco se quedaban atrás, comenzando por su jefe, Nicolás, alto de ojos azules pálidos y de cabello rubio. Eduard, gerente de recursos humanos, alto de ojos negros y cabello a juego con músculos bien marcados como todos los chicos allí. Camilo director de finanzas, ojos aceitunas y cabello castaño. Y por último su jefe, el señor Hugo Jane que a pesar de tener  cincuenta años se conservaba muy bien.

Tan sumida en sus pensamientos que no se había dado cuenta de que el celular estaba sonando. La llamada era de la esposa de Nicolás, que le tenía celos porque pensaba que los dos eran amantes, enseguida pasó la llamada a su jefe.

—Tengo que ir a desayunar— le dijo a Luz—, ¿podrías quedarte al mando?

Luz sonriendo le dijo que si, que no se preocupara por su jefe puesto que estaría ocupado con su señora esposa al teléfono. Ella bajó con su toper en mano agradecida llegó al comedor donde se encontró con Isabella quien buscaba desesperadamente un café para su jefe.

—Ten— le tendió el que ella había comprado—. Llevaselo, saldré a comprar otro.

—Gracias, te debo una— le dijo la rubia y por allí mismo salió corriendo al ascensor.

Jolene salió del edificio y camino hasta la cafetería. El local no estaba tan lleno como de costumbre, solo había dos personas mayores disfrutando de su desayuno y un muchacho en la barra con su café.

—Un americano con crema para llevar, por favor.

—Son dos con diez centavos.

Salió de la cafetería con el café en mano y un pastelito para la tarde. Se dio cuanta de que aquel chico de cabello negro la seguía así que comenzó a caminar más rápido y cuando llegó a la empresa se sintió protegida pero duró poco ya que él también entró al mismo lugar.

Tranquila, solo ha de ser un pasante o algo así.

Se subieron al mismo ascensor y lo pudo observar de cerca, sus cejas gruesas, labios finos pero deseables, ojos encantadores color miel, era alto y su musculatura lo hacían ver intimidante. Volteó la cara cuando se fijó que lo había quedado mirando demasiado tiempo y de pronto el ascensor se detuvo.

—Rayos— musitó ella sin querer.

—¿Es normal?

—¿Qué?

—¿Se paro?

Ella no estaba entendiendo nada de lo que él le decía. Lo que si tenía claro era que se habían quedado encerrados en el ascensor.

—Mi jefe me matará.— trato de no entrar en pánico y trato de no sonrojarse ya que el muchacho la estaba mirando.

—¿Cómo te llamas?

—¿Qué?

—¿Cómo te llamas?— volvió a preguntar él.

—Jolene Jenner— respondió sin despegar la vista del teléfono de emergencia por suerte no se había ido la luz.

—Soy Patrick— se presentó.

Ella asintió a modo de respuesta, ¿por qué rayos nadie contestaba el puto teléfono? Tenía que salir de allí. De la nada el ascensor volvió a funcionar y pudo respirar.

Salió del ascensor con el corazón en la mano, justo a tiempo por su jefe salía de la oficina.

—Necesito los informes de finanzas— ella asintió cogiendo el teléfono para llamar a la secretaria de Camilo.

—Patrick, que gusto tenerte por aquí.

¿Había oido bien? ¿Aquel muchacho y su jefe se conocían?.

[...]

Defectos ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora