Capítulo 11: Karyo.

608 33 9
                                    


Nahin seguía concentrado en la mirada vacía y triste del joven espadachín, quien practicaba con esmero y dedicación su arte emblemático. El filo de aquella espada mística chocaba con fuerza a la madera de un pobre tronco, recibiendo la angustia y la tristeza de Link que nacían en lo más profundo de su ser. El príncipe viendo su semblante distinto al de todos los días, hoza por preguntarle.

-Link.-Dijo tratando de llamar su atención.

Él estaba tan concretado en aquella madera, que ignoraba por todos los altos su entorno.

-¡Link!-Agregó con más continuidad.

-¿Sí?-Giró al ver al príncipe, hostigado.

-No es que tú y yo nos llevemos bien, como amigos. Y soy hombre ¿Sabes? Y puedo notar cuando están peleados con una mujer, ¿Qué ocurre entre Zelda y tú?-Preguntó curioso.

Link se sentó en el pequeño pasto que había, estirando sus brazos e apoyándolos en sus rodillas, donde continuamente agachó su cabeza, no quería que vieran su lado débil.

-Concluyendo el tema, me odia.-Dijo con voz quebrada.

Nahin tomó asiento a su lado, preguntándose cómo debía consolarlo. No es algo que hubiera hecho antes, Link era su primer "amigo" por decirlo así. Le dio unas leves palmadas en la espalda, haciendo que el rubio alce su mirada enrojecida y cristalina.

-No creo que ella te odie.-Dijo sonriendo.-Es una estupenda chica, una mujer admirable, no te podré negar que es muy atractiva y en cierto modo, caí en lo más profundo de sus encantos.-Contó con risueño.-La conozco desde niño, y sí sé algo, por más amor que ella te tenga, jamás te odiará.-Concluyó sabiamente.

Link escuchó con atención el relato que le otorgó el castaño, recapitulando e uniendo cada palabra. Ahí se fijo en aquella escena, su mirada se notaba angustiada, y con cierta preocupación alrededor. Solo quería desahogar su frustración de saber que tanto su padre y el reino, se estaban viendo afectados por la amenaza maligna que asecha aquel pueblo desde tiempo inmemoriales, solo por poseer los otros dos fragmentos de la Trifuerza, qué aún, no se sabe su paradero.

-Tienes razón...-Comentó con desgano.-Creo que le debo una disculpa.

-No.-Negó rotundamente con la cabeza.-Ella es la que te debe ofrecer la disculpa, hasta el orgulloso, ella en cualquier momento caerá a tus pies.-Sonrío guiñando el ojo.-Sabes a lo que me refiero.

-Cállate.-Sonrío apenado, y con un cierto rubor en sus mejillas.

Link observó al castaño quien le sonreía amablemente, concluyó que Nahin, no era tan irritante como lo pensó antes. Era más "amistoso".

***

Ganondorf caminaba por los pasillos con cierto enojo, una de sus secuaces le informó, que la hermosa pareja de Nahin y Nabooru se escaparon de la mazmorra, ardiendo aún más en cólera. Faltaban semanas para el compromiso de Nahin y la princesa Zelda, poseyendo su apariencia; se casaría con Zelda sin ningún atajo, adueñarse del reino será pan comido. Por los momentos, debía pensar en un nuevo y siniestro plan, tenía que sacar a Link del camino, e igualmente a Nabooru y al príncipe estúpido. Solo quería a la rubia, al fin y al cabo, ella tiene la parte de la Trifuerza que más añora.

Uno de los marqueses del príncipe Nahin, sabía a la perfección que ese no era su amo. Tenía un color de ojos diferentes, hasta la voz...Su personalidad era más resentida e insoportable, sabía que era malo, pero no de esa manera.

Tanto Ganondorf y aquel marqués, quedaron en tener una reunión en el despacho del capitán, sin su mero permiso. Ganondorf concluyó, que el joven era el más capacitado y de mejor confianza al príncipe, sería un excelente anzuelo para el plan. El rey maligno, se sentó en aquella silla de cuero, sintiendo el poder de un capitán a su merced. El joven pelirrojo de anteojos, lo observaba con mucha serenidad, conocía en el fondo que ese no era Nahin.

Me enamoré de una bestia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora