Me enamoré de una bestia.

Final

-¿¡Qué fueron hacer!?-Reclamó furioso Ganondorf.

El hombre Gerudo, sostenía con fuerza del cuello de Karyo, este asustado y a la vez quedando inconsciente, pudo decir un balbuceo de palabras.

-.....Están con ellos.....-Dijo desmayándose en los brazos del hombre.

Ganondorf soltó del tiro al pelirrojo, sin importar que se golpeara o algo parecido. Solo observándolo con recelo y malicia, otra de las manzanas que se pudren en sus manos, algo que ha hecho desde que tiene memoria; matar a la gente, ¿Para esto fue criado por esas brujas? ¿Para matar? ¿No? Dedujo que el capitán y la mujer sheikah, solo fueron al pueblo de Ordon para poder encontrarse con aquellos y así ingeniar un plan para su regreso al mundo sagrado, cosa que no quería.

-Debo ser más astuto que ellos.-Dijo sonriendo con malicia.

***

Ya casi faltando dos días para el regreso de la princesa a su castillo, el grupo de héroes se preparaba para la verdadera batalla, e ingeniando todas las estrategias o cuartadas que pueda hacer Ganondorf, también sospesando a quienes puede tomar como rehén y lastimarlo sin ningún prejuicio. La noticia de la muerte de Noah le afectó de gran sobremanera a Raymond, ocasionándole un inmenso vacío en su pecho, que pronto será llenado con la llegada de su primer nieto. Cosa que hizo creer en la vida nuevamente, y de seguir al lado de la familia que siempre quiso.

Nuestras jóvenes parejas se declaraban su amor mutuamente, incluso la relación entre la princesa y el humilde pueblerino, se hizo notar entre la sheikah y el capitán de la caballería. No extrañándose, la verdad que eso lo veían venir. Algo muy particular era, que sentía que ya habían pasado por eso en algún instante de su vida, pero no lo recordaban con exactitud.

A decir verdad, todos gozaban de la alegría a pesar del mal que se avecina, pero por otro lado, Nabooru, no se encontraba feliz del todo. Había algo que la molestaba y le perturbaba en todos los sentidos, y una vida que se empezaba a crecer en ella, llenándola de amor, aunque más lo intente, no podrá estar a su lado. Zelda, viendo a la morena alejada y en silencio, decidió a cercarse a ella, sentándose a su frente para ser más especifica. Mirándola tiernamente como la hecho en estás últimas semanas que fueron peleas y cosas sin importancia, malos recuerdos que se volvieron risas continúas en cada uno.

-¿Nabooru, pasa algo?-Preguntó curiosa.

La morena giró al llamado de la princesa, para así sonreír falsamente e ignorarla por lo alto.

-Sí, estoy súper bien, no tienes que preocuparte tanto por mí.-Dijo tímida.

-¡Cómo crees!-Dijo tomándola de las manos.-Eres una de las personas que considero mi amiga Nabooru, las demás siempre fueron interesadas en todo lo que poseía. Pero tú, me has demostrado esa amistad pura y verdadera que el mundo debería empezar a crear.-Sonrío ensimismada la princesa.

Sin poder evitar una sutiles lágrimas por su rostro, abraza a Zelda con mucha fuerza, recordándola una vez más la última vez que la vió, siempre imaginó que era una de las chicas que le quitó a un amor en sueño, para después darse cuenta que sus almas siempre estarán unidas hasta el final de los tiempos.

***

-Dos días después.-

-No hay tiempo que perder mis secuaces, la hora de la verdadera batalla empieza. ¡Karyo! Ya sabes lo que tienes que hacer...

***

La mañana descendió con normalidad, así alumbrando el camino frondoso a los héroes, quienes portaban un semblante serio y sin una mueca de gracia. El plan pronto se pondría en ejecución, cada uno se reparte por su lado, separándose sutilmente. Zelda mira a Link con preocupación, temiendo lo peor de que le pasara algo, cosa que no quería ni en juego. Toma la mano de su amado tiernamente, para después deslizar su dedo pulgar por la palma. Hizo que el rubio la viese, regalándole una vez más esa sonrisa aristocrática que posee, para así depositar un beso en su mejilla.