Capítulo 9: La espada maestra.

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-Los sueños son relatados en primera persona:3-

-¿No crees qué fuiste muy duro con Noah?- Refutó la joven princesa.

- No me siento, ni me sentiré mal, princesa.-Respondió Link aún indignado.

La ley del hielo se presenció en los jóvenes, sin volver a ejercer la palabra. Era algo absurdo, pero Zelda ya no seguiría insistiendo con el tema, se notaba a lenguas que la bestia seguía enfurruñado por el suceso. Lo que aún le intrigaba a la rubia, era ¿Cuándo se comprometió? Esa inquietud invadió su ser, se imaginó a la bestia con aquella chica "Ilia", disfrutando de sus besos y abrazos, cosa que ardió en su ser, creándole un vacío en su corazón. No entendía por qué debería estar así, al fin y al cabo, ellos no son nada. ¿Celos? No lo sé.

Por otro lado, Link temía que la princesa se enojara o no le tratara con aquel cariño que ha hecho hasta ahora. Le dolió un poco que su hermano, haya hecho tal cosa, pero no se sentía mal ni nada, al contrario, se sentía extraño...cómo sí su corazón le perteneciera a alguien más. Giró a ver la princesa, esta lloraba en silencio con mirada baja. Detuvo su andar y se colocó a su frente, así llamando su atención.

-No quise ser duro contigo.-Dijo en un tono preocupado.

La rubia se agachó y acarició con delicadeza a la bestia, sus intensos ojos zafiros lo miraban con geniuda, por momentos se sintió atraído por aquella mirada seductora e cautivadora. Una vez más ese impulsó de besarla apareció, pero recordó que aún era una bestia. Zelda tenía que hacerlo, ya no aguantaría más.

-Te...quiero.-Respondió con nervios.

Link quedó incrédulo ante las palabras de la princesa, "Te quiero" resaltaron en lo más profundo de su mente.

-Yo no.-Respondió escondiendo su verecundia.

Los ojos zafiros de Zelda, se cristalizaron, sintió como su corazón y el vacío en su pecho se rompieron en mil pedazos. Cuando trató de corregir sus palabras absurdas, él respondió mirándola fijamente.

-Yo te amo.-Dijo desde lo más profundo de su alma.

***

-Uff, ¡Cuánto caminamos!-Agregó con cansancio Nahin.

-¡No es para tanto!-Refutó la morena.

La pareja, llegó a la entrada de Ordon, dónde debido a sus ropajes tan elegantes, cautivaron las miradas de los pueblerinos. Al joven príncipe, le restó importancia a aquellas miradas, qué, sin duda comenzaron las mujeres a tirar miradas seductoras, debido a su físico muy bien parecido. Por otro lado, Nabooru, sintió celos ante "las mocosas" que comenzaron a coquetearle. Tomó fuerte el brazo del castaño, haciéndolo molestar por el apretón tan fuerte. Nahin reconoció aquella carita de niña celosa, sonrío una vez más para sí mismo. Finalmente encontró el amor...

Tras pedir indicaciones, llegaron a la cabaña de los hermanos. Esta estaba abierta, por lo que a Nabooru se le hizo extraño. Pasaron con cautela, revisando que no fuera ninguna emboscada.

-¿Qué pasó aquí?-Preguntó sin aliento Nahin.

-Me parece que se los llevaron.-Agregó la morena concentrada.

Nahin caminó un poco más adentro, pudo notar un gran charco de sangre en el tapete de la sala. Abrió los ojos y una mano cayó en su boca. Había un cadáver, efectivamente pudo reconocer que era él.

-Por las Diosas...¡Noah!

La morena escuchó el grito que ejerció su amado, tras ir a su encuentro, se encontró con el cadáver del joven ojiverde. No pudo evitar empezar a sollozar, pues le conocía desde niño. Nahin trató de calmarla con un fuerte abrazo, aunque sus intentos fueron en vano. Se zafó del agarre y cayó de rodillas frente al cadáver, mientras inocentemente buscaba algún signo vital que le diera señal que estaba con vida...pero nada sintió.

Me enamoré de una bestia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora