Capítulo: 22 Una Noche Magnífica.

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         .Una Noche Magnífica.

¡Oh, el tan ansiado París!, nos encontramos en la cuidad del amor, traje aquí a mi novia, ya era merecido un respiro, una escapadita de las cuatro paredes cristalizadas de nuestra oficina. De tanto trabajo a penas si besaba a mi novia, a veces ni bien comíamos cuando nos avisaban de unas jodidas reuniones. Por suerte somos los jefes, porque aunque no me he casado con ella, tampoco existe bajo un papel nada, pero a la vez lo existe todo, no me cataloguen como un hombre que no quiere formalizar las cosas, quiero hacerlo pero todo lleva tiempo y sé como es Birgit, se sentirá presionada y dirá que sólo la quiero retener cosa que no es así. Ella es de las que piensan que un título lo daña todo, en cierta forma es así; existen parejas que todo es amor y pasión pelean obvio pero no tan constante como cuando ya están casados bajo palabra y un mísero papel. Bir le teme a eso, una vez me lo dijo. Así que ya me entenderán el por qué, no decirle ni llevarlo acabo. Pero olvidemos eso ¡por Dios! ¿Para qué pensar esas cosas cuando estás en París?

—Cariño, ¿En qué tanto piensas? Espero que no sea en pedirme matrimonio — <¿Ven?, a eso me refería> piensa Admiel.

Es como si hubiese leído mis pensamientos.

—Ella prosigue— Acá en París, no me mal entiendas me encantaría pero ya sabes lo que opino del... Matrimonio —término la palabra por ella.
—Lo sé amor, no te pediré eso pero si me quedé meditándolo y lo que acabas de decirme fue lo que pensé.

—Admiel cariño yo no quiero que pienses que no te amo es sólo que temo perder todo esto que hemos construido, todo lo que he dejado para al final perderlo todo. —se me acerca con sus ojos cristalizados.

—Bebé descuida, al diablo el compromiso firmado, lo que vale aquí es que estamos juntos, que me amas, me elegiste por encima de todo y de todos. Si no quieres, nunca te obligaría, seamos felices así. Pero juntos.

Ella me sonríe, estamos tan cerca, así que tomo la iniciativa y la beso, ¡Dios! Extrañaba tanto sentir sus labios contra los míos, nuestras lenguas bailar y moverse al mismo compás. Así seguimos por un buen rato, la adhiero más a mi, quiero sentir su calor emanando con gran fuerza. Nos alejamos lentamente, no nos acordábamos de nuestra cena. Esto puede esperar unas horas más. Ni que me vaya a morir por no follar eso es tonto incluso si lo pensará. —río en mi mente.

Aunque yo decidí traerla aquí, nos estamos quedando en una de las propiedades de Bir acá en París, su madre tenía una casa hermosa que fue dejada a ella. Así que contratamos un personal de limpieza y otro de seguridad. Ya saben lo que me hizo su padre una vez, así que está vez tomé las medidas necesarias. 

Llamé a los empleados para que nos sirvan el tan exquisito plato, uno de los más famosos y ricos de acá.

Coq au vin más un Sauterners dulce. Eso era probar la gloria... Nos dispones a comer.

—Amor lo tenías todo planeado por lo que veo. —ella me mira sonriendo.

—¿Te gusta cielo?

—¿Amor bromeas?, Esto está maravilloso, amo tenerte en mi vida Admiel.

—Más maravillosa eres tú mi vida, yo también amo que estemos juntos.

La cena fue asombrosa, platicaron de sus cosas, seguían cursis... Pero juntos eran hermosos y no me refería a lo físico, sino a los gestos que ambos tienen para el otro, se cuidan y se aman, en pocas palabras tienen lo que muchos desean, pero que por desgracia no todos tendrán... Un amor de verdad.

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—¿Bebé estás lista para irnos a meter al agua?

—¿Sí amor pero no estará muy fría a está hora?

—Sabes que sí nena, pero podemos ir al jacuzzi si quieres.

—Sí, estaremos mejor allí.

—Ya sal cariño, déjame verte. —En ese mismo instante ella salió con un hermoso bañador, ella es hermosa tanto física como mental y obviamente todo le quedaba perfecto.

—Estás preciosa como siempre.

Ese hombre babea por ella, literal.

—Gracias cielo, tú también siempre estás hermoso.

—Ahora me dan ganas de quedarme aquí contigo y quitarte ese bañador.

—Me lo puedes quitar en el agua también.

Dicho esto la tomó de la mano e iba trotando con ella, la cuál sólo reía por las cosas que hacía su hombre.

Llegaron hasta el jacuzzi, no se preocupaban por los empleados porque ellos ya estaban en sus dormitorios descansando. Admiel entró junto a su chica, ella sentada encima de él, ambos ya estaban bastante calientes y se besaron con desesperación, él la tocaba por todas partes mientras ella se frotaba junto a él creando más fricción y deseo del que ya había, ella estaba muy mojada y no precisamente por el agua del jacuzzi, y Admiel la tenía tan dura que estaba listo para embestirla con dureza. Ella se levantó para ayudarlo a quitarse su shorts, la sentó en él para ayudarla a desvestirla. Ambos quedaron totalmente desnudos, expuestos el uno al otro. Ella se elevó un poco para introducir el arma del placer, la cuál entró sin problema alguno por la humedad que ya había.

—Estás lista para mi amor.

—Siempre lo estaré cielo.

Y con eso, ella empezaba a subir y bajar, él la ayudaba para que cada embestida sea más placentera que la anterior, estaban en un juego de lentitud hasta que Admiel la alejó, ésta no entendía el porqué hasta que él la giró de espaldas y le susurro al oido...

—No pasa nada cariño.

Y pasó su lengua por toda la espalda de la chica, ella se extremecía, el posó su mano en su columna, ella entendió la indirecta y se recostó más, quedando como una gatita a cuatro patas con su culo elevado para su hombre. Éste le mordió ambos lados de sus glúteos, le dió dos nalgadas a cada lado y la embistió suavemente para que ella volviese a acostumbrarse, ella le hizo saber que estaba más que lista cuando también empezó a moverse junto a él, ambos en una perfecta sincronía, lento a rápido, rápido sin piedad, ella hacía un movimiento con sus caderas ayudando a que su trasero bailará y moviéndolo para los lados, era demasiado juego y la calentura a millón, ella se corrió más rápido que él, pero éste la iba a seguir cuando ella le dijo: —quiero beberla, dámela.

Eso dió aún más morbo, él salió de ella y empezó a masturbarse frente a ella. Ella se giró y lo miraba, a él no le faltaba mucho para llegar al climax, ella se agachó y en ese momento él llegó, y la complació en su pedido. Ella limpió el pene de su hombre con su lengua, lo lamió y lo chupó para que no quedará nada, luego tragó y lo miró satisfecha.

—Nunca esperé eso, ahora me queda claro que eres una bebé.

—Ay amor no seas así, que asco. Los bebés no dan morbo.

—Claro que sí, tú eres mi bebé y me das bastante morbo. Eres una bebé diferente. —Dijo esto mirándola fijamente y sonriendo de lado.

—Eres un atrevido cielo.

—Pero tuyo mi amor, y te amo bebé.

—Yo también te amo cielo.

Ambos se abrazaron, y se quedaron un rato más en el agua...

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⏰ Última actualización: Aug 26, 2020 ⏰

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