Epilogo [2/3]

340 29 6
                                    

El austriaco y su novio albino habían decido el modo perfecto de no pelear por que harían en San Valentin. Gilbert escogería un sitio al que llevar a Roderich. Y viceversa. Así que irían a un concierto de opera, escogido por el albino y luego a uno de música más estridente, por decisión del austriaco. Seguido de ello acabarían la noche en la casa del austriaco, ya que Ludwig tendría visita de Feliciano y ya que era una "cita-no-cita" no quería a su estruendoso hermano por allí.

La verdad, Gilbert se sintió gratamente sorprendido cuando Roderich no sólo lo acompaño a dicho concierto de música estridente, sino que -para su sorpresa- el austriaco incluso intento divertirse y no había imagen más preciosa que pudiera llegar a los ojos del desordenado alemán (hay que aceptar que Prusia ya no existe...) que su novio haciendo tal esfuerzo por él. 

Para cuando llegaron a la casa de Roderich, Elizabeta ya se había ido (petición del de cabello oscuro) así que se adentraron en aquel salón donde el más moreno tenía su precioso piano de cola, listo para ser tocado. En cuanto entraron a esa enorme sala el austriaco se puso tenso. Había evocado tantos sentimientos en ese patrón armonioso de teclas. Había intentado capturar la majestuosidad de sus sentimientos por el albino y temía no haberlo logrado del todo. Pero no importaba. El lenguaje que más conocía era el de esa música y ya que su corazón orgulloso no diría tantos alabos hacia el chico que amaba, entonces había decidido encontrar otra voz que hablará por él. 

- ¿Qué estás planeando, señorito? - soltó Gilbert al notar que su novio actuaba extraño - ¿qué te traes entre manos? gestehe!

Roderich negó con las mejillas calientes y disparo su mirada hacia una interesante mancha en la pared, que convenientemente había notado. 

- ¡Bueno! - el ruidoso albino ignoró la reacción de su novio y decidió que era momento de sacar su regalo - ¡En cualquier caso, el asombroso de yo, tengo tu regalo aquí! - se fue corriendo al cuarto que ya era prácticamente suyo en aquella casa y tras unos instantes retornó con una caja envuelta entre sus brazos. Había una sonrisa nerviosa en su rostro, que no pegaba para nada con su explosiva personalidad, pero Roderich decidió asumir que sería timidez por el objeto, para tomarlo como algo tierno y no  como algo de lo que debiera sospechar - ¡Abrelo, señorito! 

Lo puso en sus manos y Roderich comentó a quitar el envoltorio con cuidado. Dentro encontró una maquina hermosa y que muchas veces había salvado su vida. Le encantó el detalle en cuanto lo vio, pero a la vez se preguntaba que había ocurrido. 

- ammm, gracias, pero - el austriaco miró a su novio con curiosidad -  ¿por qué una cafetera? Ya tengo una - como fanático indomable del ahorro, Roderich era bastante enfocado en no tener cosas que no fuera a ocupar, y eso Gilbert lo sabía asi que ¿para qué una nueva? La suya funcionaba la última vez que la ocupó.

El rostro del albino se puso pálido, si es que eso era más posible, claro. Los orbes rojizos comenzaron a viajar a todos lados con nerviosismo. Y eso el castaño lo notó.

-¿Qué pasó?- una ceja alzada demostraba su actitud de desafio. 

- ¡N-no fui solo yo! -  apretó los ojos, intentando no ver la cara furiosa de su novio - ¡Elizabeta me golpeó con la sartén! ¡Yo sólo caí sobre la cafetera! 

El austriaco apretó su puño molestó con ese par por ser tan descuidados con sus pertenencias. Pero luego miró a su novio, que prácticamente temblaba y -viendo que de todos modos se había hecho caso y había repuesto todos los daños- decidió dejarlo pasar, por esta vez.  Y es que de estos fallos y aciertos estaba construida su relación con el albino. 
No viendo mejor momento, se encaminó al piano y, con el corazón latiendole acelerado, comenzó a tocar. 

Al oír las melodías el chico abrió los ojos -si su novio no lo había matado aún, entonces todo estaba bien-. No conocía la pieza que tocaba, lo cual le sorprendió ya que en realidad tenía bastante cultura en cuanto a música, pero si pudo notar que era hermosa. Estaba muy bien trabajada y no pudo sino contemplar su exquisita y elegante complejidad. Se sentó en el banco frente al mismo, al lado del austriaco y contempló como su rostro estaba enrojecido y sus facciones expresaban un caudal de emociones, haciendolo ver más apuesto y adorable que de costumbre. 
Leyó el título en la partitura y su corazón pegó un salto al reconocer el mensaje en su idioma natal "Für mich Gilbert" y el nombre de Roderich estaba en el compositor... ¿era para él? Eso explicaba la expresión del chico, como si estuviera avergonzado.

Y se sintió tan cálido que en cuanto acabo se le abalanzó a llenarlo de besos impulsivos que sólo volvieron más roja la cara del otro. 

- ¡S-suficiente, Gilbert! - se quejó el austriaco totalmente avergonzado. 

- Amm... nop~ - el albino se levantó y alzó a su novio, para comenzar a cargarlo hacia su propio cuarto con la intención de darle el agradecimiento... adecuado. 


¿Fin?




gestehe: confiesa

Für mich Gilbert: Para mi Gilbert

A ver... este está mucho menos detallado que el anterior, básicamente por el hecho de que el PruAus no aparece tanto en Hetalia como el Spamano o cualquier otro ship de mis favoritos, así que tenía pocos puntos de referencias de como funcionarían de pareja. Sólo he leído un OS PruAus y en los fanfics FrUk, que leo normalmente, ponen a Gilbert más regularmente con Elizabeta o con nadie, así que por eso -aun que amo demasiado el PruAus- no sabía muy bien como hacer esto. Y por eso mismo la demora.

Espero les haya gustado.

Gift For An Idiot [FrUk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora