Quédate aquí en mi pecho, brillo mío
Nos mediremos con las manos otra vezJoe revisó su teléfono nuevamente, hacían 45 minutos de la hora que quedaron para verse y la pelinegra no aparecía, lo estaba preocupando pues ella siempre llegaba a tiempo a sus encuentros.
Suspiró pesadamente y decidió llamarla por vigésima vez, el timbre sonó y la llamada no era contestada. "El número que usted marcó, no se encuentra disponi-" Joe cortó antes de volver a escuchar al buzón de voz. Estaba desesperado y preocupado.
Estaba a punto de ir a buscarla cuando la vio acercarse al lugar, suspiró relajado "al menos no le pasó nada" pensó.
La pelinegra corrió a su encuentro y le abrazó.
-Lo siento tanto Joe- habló agitada- Es que este día ha sido una mierda y estoy muy estresa- Joe no dejó que la joven terminara de justificar su tardanza y la interrumpió con un suave beso.
-Tranquila, entiendo que no siempre puedas venir a tiempo. Pero al menos deberías contestar tu teléfono- levantó una ceja mientras le mostraba el historial de llamadas.
-Mi teléfono se ha descargado- murmuró- es que literal, ha sido un día de mierda- bufó cruzándose de brazos. Joe sonrió con ternura al verla enojada. La joven era un par de años menor que él y se llegaron a conocer en alguna playa del sur mientras él estaba de vacaciones y ella residía en el lugar.
- Vamos a mi casa- sugirió el pelirrojo- debes estar muy cansada para salir-
-Eres un amor- la joven se paró de puntillas para besar su mejilla.
Joe entrelazó su mano con la de ella y caminaron hacia su pequeña pero acogedora casa, durante el camino charlaron sobre su día y un par de cosas al azar. Al llegar a la vivienda se fueron directo al sillón más grande de la sala y se sentaron juntos.
-¿Quieres ver alguna película?- sugirió Joe.
-Pon Jurassic Park- la pelinegra soltó una risilla.
-¿En serio quieres verla?- rió Joe- ¡Era un bebé ahí!-
-Claro que quiero verla, bebé o adulto sigues siendo igual de encantador- rió.
Joe le respondió con un dulce beso, se separaron y él puso la película en el televisor que tenían enfrente, fue a su cuarto a traer una mantita y se acurrucaron juntos en el gran sillón.
Quizás iban a la mitad de la película cuando la pelinegra comenzó a quedarse dormida, Joe al darse cuenta rió con ternura y se acercó más a ella.
-Te haré piojito hasta que duermas- susurró en su oreja mientras que con sus manos peinaba su suave cabellera negra.
La joven sonrió y levantó la vista para verlo a los ojos y aprovechar la cercanía para robarle un beso.
-Perdón por arruinar nuestra cita, Joe- musitó con pena.
-No la arruinaste-rió- yo diría que la mejoraste- El pelirrojo se acomodó a manera que la cabeza de la joven descansara en su pecho.
La pelinegra bostezó y se aferró al cuerpo del mayor.
-Joe, eres perfecto-
-Tú me haces ser así- depositó un beso en su frente.- quédate aquí en mi pecho, brillo mío.
La menor estaba tan feliz de estar con Joe y el se sentía completamente igual, ambos encajaban perfectamente y en todos los sentidos.
-Te haré cunita con mis manos-siguió Joe- también podría hacerte un masaje con mi lengua- rió por el doble sentido causando un leve sonrojo en la pelinegra.
-Te amo Joe- Era la primera vez que la joven le recitaba tales palabras.
-Por Dios, yo te amo más- confesó.
La conversación concluyó en una pequeña y tierna sesión de besos y una larga siesta que compartirían juntos, aferrados a sus cuerpos y al amor del otro.
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