— ¡Hermanito! ¡Por aquí! — gire mi mirada y lo note, se había escondió detrás de un arbusto. El movimiento de las hojas lo delataba.
Comencé a caminar hacia este, pude escuchar su risita contenida. Me agache y comencé a gatear, rodeando el gran arbusto, y desde una abertura pequeña, lo vi.
Estaba hecho una bolita con una mano tapándose la boca mientras trataba de ver hacia el exterior, buscándome. Cambie mi posición a estar en cuclillas comenzando avanzar, retuve mi respiración por un segundo y lo tome de la cintura haciendo que este diera un respingo.
— ¡Me encontraste, Shou! — se giró y se agarró de mi cuello, acercando su nariz hacia la mía. — ¡Otra vez!
Hice un gesto de incomodidad, debido a mis rodillas que estaban flexionadas. Ren lo noto de inmediato así que se separó.
— ¿Estas bien, hermanito? — note su preocupación — Si quieres me lev...
—No, espera — le interrumpí mientras me sentaba sobre el suave pasto.
Ren se hizo camino para rodear mi cuello mientras que yo posaba mis manos sobre su pequeña cintura, creando así nuestra famosa pose de panda que tanto le gustaba. Y pues a mí no me desagradaba, solo que mis pensamientos impuros no me dejaban en paz. Y pues él sobre mí entrepierna, era la principal razón para pensar cosas.
Pero supongo que para Ren es aún algo inocente que dos personas se pongan en esa posición. Aunque sea solo un niño de doce años, mis pensamientos sobrepasaban al de un adulto, solo que pretendía no darme cuenta e fingía aun mantener mi postura de "santo de los santos".
— Hermanito, ¿podemos seguir jugando? — me pregunto mientras escondía su rostro sobre mi cuello.
Hice una mueca preocupada al ver el cielo oscurecer — Creo que lo mejor será que volvamos, mamá se molestara.
Ren se separó bruscamente — ¡Tienes razón! ¡Mamá nos va a matar!
Rápidamente se levantó, comenzando a sacudir su ropa y salir del pequeño escondite que habíamos encontrado. Mi expresión decayó, nuestro tiempo se había acabado.
(╰☆╮)
Ambos caminábamos de la mano hacia la puerta que daba hacia la sala, mi madre y padre estaban sentados sobre los muebles, frente a frente, al parecer estaban conversando. Le hice un gesto a Ren para que avanzara hacia su habitación, este asintió y se fue.
Camine cautelosamente, abrí un poco la puerta y los escuche hablar.
— Ya falta poco para hacerle el examen a Ren — decía mi padre.
— Soubi, hay algo raro en ese niño — indico mi madre — Y si...
— Te dije que es imposible — le interrumpió — No puede ser omega.
— Pero... ¿Y si lo es? ¿Qué hacemos? — pregunto preocupada.
Mi padre se puso a pensar para luego decir: — Lo llevaremos lejos...
Mis pensamientos se nublaron ¿Estaba hablando enserio? Era imposible, era su hijo, no podrían solo desaparecerlo. Pero... conociéndolos, estaba seguro que no hablaban en broma.
Mis padres lo harían sin dudar, si realmente fuese necesario. Sentí mi corazón estremecerse, cerré la puerta despacio y corrí hacia la habitación de Ren. Tome con desesperación la manija de la puerta y comencé a jalarla. De repente un miedo terrible me invadió al ver que no se abría, intente de nuevo pero de nada servía, comencé a tocar su puerta pero nadie contestaba.
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[ Omegaverse ] Marcamé
Hayran Kurgu‹El destino no tiene limites ni mucho menos fronteras que lo corrompan. El destino es por que así lo quiere, nadie puede huir o escapar de lo que ha de suceder. Tu estas destinado a alguien, eso nadie lo puede evitar› Shou es un niño de doce años qu...