Prefacio

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—Tienes que creerme, yo no sería capaz de hacerte eso. ¡Tú sabes quién soy, tú me conoces!

—Creí conocerte.

—Por....por favor, créeme. Por nuestro hijo ti-

—Ese bastardo no es mi hijo!!.

Mi pecho dolía de una manera aterradora y las lágrimas caían sin cesar. Esos ojos azules que siempre me habían mirado con cariño, amor y dulzura han cambiado a una mira fría e inexpresiva.

Otra historia de Amor © | PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora