Me despierto después de la misma pesadilla de siempre desde que he llegado a este hospital. Mi mano sigue entrelazada con la de Ashton y parece que él se hubiese aferrado un poco más a la mía, pero no quiero emocionarme ni tener falsas esperanzas, está en coma me digo a mi misma. Michael ya se ha ido, supongo que sería mientras yo estaba dormida.
Me pongo a pensar una y otra vez en esta maldita situación, la enfermera entra con mi cena, no quiero comer absolutamente nada, no tengo apetito. Mi mente divaga con el recuerdo de los hermanos de Ash llorando junto a él, siempre ha sido un padre para ellos y se lo he arrancado de cuajo por una tontería. No puedo parar de decirme que todo esto es culpa mía, porque lo es, y ahora no puedo parar de pensar en subir a la azotea y tirarme abajo, olvidarme y acabar con todo, pero tengo que permanecer junto a él, porque le quiero, ha sido el sentimiento más puro y verdadero que he sentido en mi vida, no puedo negarme a él ahora, no después de ser lo mejor que tengo.
Vendería mi alma al demonio porque él despertara ahora mismo de este horrible coma. Siempre me había considerado una persona solitaria, que se divorciaran mis padres fue horrible para mí, pero peor fue cuando mi padre me abandonó y mi madre encontró a otro hombre dejándome sola y mentalmente inestable. Ahí fue cuando Ashton entró a mi vida. Aquel día yo estaba esperando sola frente a la puerta de mi psicólogo, había llegado casi una hora y media antes por culpa de la huelga, el transporte público estaba en servicios mínimos y tuve que coger el autobús, pero este me había dejado en mi destino dos horas antes de la consulta -increíble-, así que vagué un poco por la ciudad y cuando me cansé subí las escaleras del edificio al que tenía que ir.
Apenas tenía quince años cuando eso pasó, la sala de espera era demasiado pequeña, dado que entre consulta y consulta había cierto espacio de tiempo la sala no debía ser muy grande y apenas contaba con cuatro sillas, todas alineadas en la pared frente a una mesita de café y al lado de una máquina de bebidas. Yo estaba sentada en la silla de la izquierda y oí ruidos en el pasillo, me centré en mi libro pero mi curiosidad me pudo, levanté la vista y una mujer rubia me saludó, repetí su gesto mientras ella se sentaba en la otra esquina y una niña se sentaba a su lado. Detrás de ellas caminaba un chico poco mayor que yo, tendría unos diecisiete, iba cabizbajo y se sentó a mi lado. Le observé en silencio, el pelo rubio le caía sobre la frente y se mordía el interior de la mejilla, él no quería estar aquí.
La niña soltó un quejido y la madre se levantó cogiéndola de la mano, le dijo que volvían en un segundo y desaparecieron por el pasillo. El chico se revolvió incómodo en su sitio y yo no supe que hacer, subí mis pies al asiento y me abracé a mis rodillas. Él me miró con los ojos entrecerrados y luego volvió su vista al suelo, todo esto se me estaba haciendo demasiado duro de soportar, me levanté y caminé hacia la máquina, metí una moneda y presioné un botón, acto seguido la botella de agua mineral cayó y la recogí. Me senté en mi sitio y di un trago.
Fijé mi vista en la pared y dejé mi mente en blanco, sentí su mirada clavada en mí mientras él imitaba mi gesto y se abrazaba a sus rodillas, enterró su cabeza entre sus brazos y así nos quedamos. Dirigí mi vista al reloj, las manecillas se movían muy lentamente, el segundero parecía que iba con demasiada lentitud, los minutos parecían alargarse horas. Volví a centrarme en la pared verde frente a mí y empecé a tararear la primera canción que se me vino a la mente. Él levantó su cabeza y me miró de nuevo, me hizo sentirme incómoda pero no iba a demostrárselo así que seguí en mi pasatiempo, si podía llamárselo así.
-¿Por qué estás aquí? -susurró.
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blind [a.i.]
Fanfiction"-He de decir que hoy estás más preciosa que nunca. -Ni siquiera me ves. -Pero lo siento." Registrada en Safe Creative, código: #1508044813314 Todos los derechos reservados ©