Anémona Silvestre

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La casa era un caos, los gritos de sus dos compañeros se dejaban escuchar a través de las paredes de su cuarto, de nuevo discutían. ¿Qué otra cosa harían a las tres de la mañana? Un par de golpes dados probablemente al sofá, unos cuantos gritos más y, de pronto, silencio. Por fin. La tenue luz de su lámpara de noche apenas e iluminaba las páginas que tenía enfrente, concediéndole a la habitación un aspecto de penumbras en el que las sombras distorsionadas danzaban a su alrededor. Sus ojos volvieron a fijarse en las palabras impresas que tenía delante. Por un instante, el silencio fue lo único que se escuchaba en la habitación, haciéndolo sentir solo de una manera reconfortante. En el libro, una niña de noble cuna perseguía gatos por todo el castillo; en la realidad, un signo de aire extendía la mano para alcanzar su taza con café.

Lo pensó al mismo tiempo que ocurrió: Él conocía a la perfección ese momento, sólo comparable con el instante que queda entre un relámpago y el trueno. Eso era lo que tenía, relámpagos cegadores, pequeños momentos de paz donde contaba para saber qué tan cerca estaba de él, y truenos que rompían con la poca paz a la que aspiraba. El sonido fue de algo rompiéndose, y el chico encerrado sólo pudo contenerse y rogarles a las estrellas que no fuera nada de su pertenencia; tenía que tranquilizarse o terminaría saliendo y eso era justo lo que esos dos querían. Todo está bien, sólo eran los otros dos tontos discutiendo de nuevo, lo hacían desde el inicio de los tiempos, no tenía por qué preocuparse esta vez.

— Debemos decirles— Ubicó la voz, esa no era la voz de ninguno de sus compañeros. ¿Qué hacía Escorpio en su casa a las tres de la mañana? Bueno, sólo era Escorpio, de seguro había una explicación no apocalíptica— Esto se nos salió de las manos, los demás deben saber.

— ¿Y enfrentar la furia de Virgo? ¿Estás loco? Lo siento, Escorpión, pero yo sí quiero vivir— Y esa era la cansada voz Tauro. Las cosas iban empeorando de a poco, pero por una vez en su vida, Libra quería mantenerse optimista, quería creer que, lo que sea que hubieran hecho, no los incluía a todos— ¡Además! Fue idea de Acuario, si alguien tiene que hablar, que sea él— Está bien, los incluía a todos, los habían embarrado a todos en lodo, metidos hasta el cuello en la nueva tontería del alienígena. Debía salir...

— No podemos dejarlo enfrentar a los aburridos solo, nosotros lo apoyamos en esto.

Esa noche se abrió una puerta que hace semanas que no se abría. De su cuarto salió Libra al escuchar aquella voz que tanto le fastidiaba. Acuario, Géminis, Tauro, Escorpio, Aries y Piscis se encontraban reunidos en la sala de los elementos de aire; ninguno estaba sentado en el sofá, pero eso no le quitaba la seriedad a aquella reunión con los más irresponsables. Era mala señal.

— ¡Dijiste que llevaba encerrado dos meses!— Fue lo único que gritó Aries al ver a Libra. ¿Dos meses? Quizás esta vez sí se había excedido un poco.

— Al parecer, escuchar la melodiosa voz de mi Arquero favorito es capaz de sacarlo de su hibernación— Un silencio bastante incómodo sobrevino al comentario de Piscis, quien fue el único en reírse por su ocurrencia. El ambiente se tornó engorroso, quizá demasiado para soportarlo, y ninguno de los presentes era bueno manejando ese tipo de situaciones.

— No me interesa qué hicieron— Comenzó a hablar el de ojos verdes después de un momento. Su vista pasaba por todos lados de la estancia, por los idiotas que se habían reunido esa noche a discutir por alguna idiotez que era ilegal si o si, por el sofá de cojines rotos gracias a las mascotas espaciales de Acuario, por los pedazos de lo que antes había sido un jarrón y ahora sólo era un recuerdo. Tenía sueño, estaba muy cansado para lidiar con esto, fuese lo que fuese— Si otra vez intentaron colarse a la embajada rusa o si robaron archivos del gobierno me da igual; pero les voy a pedir que se larguen de mi casa lo antes posible.

Desastre || ZodiacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora