Sauce Rastrero

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Entendía a medias lo que el otro le decía; pero hablaba muy rápido y de vez en cuando inventaba palabras o utilizaba onomatopeyas para describir ideas, volviendo la comunicación una suerte de código que debían descifrar sobre la marcha. En pocas palabras: No tenía ni idea de lo que pasaba, pero sabía que apoyaría al otro signo en cualquier cosa que le pidiera.

Escuchó el plan improvisado con la mayor atención que en su vida puso en algo, intentando recordar cada detalle, cada vuelta en la trama; se le notaba al otro lo importante que era y, por ende, también era de primera necesidad para él.

Era esa clase de amigo que metería las manos al fuego por las personas que le importaban. Era capaz de cruzar el océano de un extremo a otro sólo con sus brazos si eso implicaba ver una sonrisa en el rostro de alguno de sus amigos, aunque eso pusiera en peligro su vida. Capricornio se había cansado de repetirle que debía tener un poco de instinto de conservación, pero no podía cambiar de la noche a la mañana quién era. Él era ese idiota que se mataría por alguien que le importara lo suficiente. Y, por sobre todos, ese chico de lentes que usaba más ropa de la necesaria era el más importante.

Sagitario era su mejor amigo, después de todo.

— Deja ver si entiendo— Interrumpió en medio de la explicación de la decimoprimera etapa del plan— ¿La idea central es que te llegó tu ex, te dijo lo que yo llevo diciéndote todo este tiempo y tú sólo te das cuenta de que es absurdo rendirte?— Sagitario asintió con una gran sonrisa— Me apunto.

— Ni siquiera sabes a qué te apuntas— Respondió el toro— Llevas todo este tiempo jugando con una hoja seca, no has escuchado ni una palabra del, lo siento Sagitario, absurdo enredo que el niño nos está exponiendo como «plan maestro».

— No necesito escucharlo para aceptar— Una mirada de incredulidad lo atravesó— Sé que el buen Sagi no haría nada ilegal— Miró a su alrededor, recordando el motivo por el que estaban ahí en primer lugar. Se rio, sin saber cómo salir del apuro por la tontería que acababa de decir— No ahora.

— Mi buen amigo Aries tiene razón— Afirmó el otro signo con lentes. Un escalofrío recorrió la espalda del mencionado. Contrario a lo que pensaba Capricornio, él sí tenía una mínima de sentido común; y esa pizca le gritaba que, cuando el único en estar de acuerdo contigo era Acuario, algo estaba muy mal— Aquí no hay autobuses para secuestrar.

Vieron atónitos cómo el signo de fuego que estaba exponiendo su intricado plan arrancaba con furia unas páginas. El chico en botarga fue el único que estalló en carcajadas. Tauro y Ofiuco, los más cuerdos de la comitiva, se golpearon la frente con la palma de la mano en señal de profunda frustración. Aries parpadeó un par de veces, intentando comprender por qué su amigo había incluido un autobús en su plan de reconquista. Se acercó a él, poniendo una mano en su hombro a modo de apoyo moral. Entonces se dio cuenta de lo que pasaba por la mente de su casi hermano.

— Todo va a salir bien— Le murmuró, en parte porque así lo creía, en parte para que dejara de temblar como lo estaba haciendo— Ya verás, no necesitas robar otro autobús para lograrlo.

— En primera, no lo robé: Lo secuestré. Es distinto— Su amigo se cruzó de brazos e hizo un puchero. Siempre que la presión era demasiada para él reaccionaba de manera infantil. Aries estaba casi seguro de que a Sagitario no le interesaba mucho dejar en claro qué clase de crimen había cometido, sólo quería evitar el tema de que era un manojo de nervios incapaz de calmarse— Y sí lo necesito.

— No hizo falta la primera vez que conectaron, ¿Por qué lo necesitarías ahora?— Sagitario abrió muchos los ojos. Eran raras las veces en las que su mejor amigo hablaba en serio, casi siempre intentaban disfrazar la realidad con bromas sin sentido ni trascendencia; al parecer, hasta Aries podía ponerle una pausa a la comedia— ¿Qué te da tanto miedo?

Desastre || ZodiacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora