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La luz del sol entró por los ventanales haciendo relucir su piel dorada y su cabello café claro. Una rayo de luz dio justo en su rostro y movió la cabeza buscando alejarse de la luz y poder dormir de nuevo. El aroma de la cama le pegó de golpe.

Sus ojos se abrieron, su cabeza se movió de un lado a otro intentando ubicar donde mierda se encontraba, porque definitivamente esta no era su cama.

El sonido del agua corriendo en la regadera hizo su piel erizar y la idea llegó de lleno a su mente.

- No, no... Nakamoto, tranquilo. - Yuta asintió ligeramente. - Qué estes aquí así no significa... - movió sus piernas ligeramente y una punzada de dolor se asentó en su espalda baja haciéndole hundir el rostro en la almohada. - Mierda. -

No solo había dormido.
Joder, él se dijo a si mismo que no haría nada... al menos esta semana.

- ¿Cómo se llamaba...? ¿Cómo se llamaba? - Yuta tocaba sus sienes con fuerza. - ¿Cuál era su puto nombre? - gruño levantándose para buscar pantalón y zapatos.

Revisó bajo las sábanas y la cama su playera, o la que creía podría ser, sin lograrlo, salió al pasillo del apartamento y encontró una conocida un poco alejada de la puerta.

- Bueno, al parecer estuvo demasiado bueno. - Murmuró colocándose la ropa y empezar una nueva busqueda por su teléfono, cuando el agua de la ducha se cerró haciéndolo pararse en seco. - Mierda. -

La puerta del baño se abrió y un hombre demasiado atractivo para esta vida con una toalla enrollada en la cintura y otra secando su cabello rojizo mientras pasaba la lengua rápidamente por sus labios.

- Bueno... hasta ebrio tengo buen gusto. - susurró con el rostro enrojecido desviando rápidamente la mirada haciendo al contrario reír.

- ¿Por qué no me ves? - preguntó con su voz tan melodiosa y caliente. - No es como si no lo hubieras vist... ¿Ya estás vestido? - una nota de indignación pinto su voz.

- S-sí... yo, tengo que irme es tarde y debo ir a trabajar y eso. - balbuceo aún cubriendo sus ojos.

- Trabajas en un restaurante, turno de tarde. - el hombre bufó. - Apenas son las ocho, creí que podríamos desayunar algo. -

- Creiste mal... tuuuuuu... - su pie se movía con nerviosismo. - Tu. -

- Taeyong. - replicó casi de inmediato.

- Sí, eso es lo que dije. - Yuta asintió con una sonrisa. - Taeyong, sí... pero verás, tengo que irme, tengo que ir a ver a este amigo mío especial e importante que tiene fracturado... el.... el pie, si, el dedo chiquito del pie. -

- Claro. - Taeyong asintio con una sonrisa. - ¿Puedo llamarte entonces? Para juntarnos otro día... -

Yuta rió divertido. - Pues, si tuviera teléfono pudieras. - bufó. - Yo, verás, me asaltaron... -

- ¿Cuándo? - el mayor frunció el ceño. - Ayer me andabas mostrando fotos de tu hamster y pasamos toda la noche juntos... -

- Ah sí, lo siento, es que... lo perdí. - dijo con una sonrisa, encogiendo sus hombros. - Cuando compre uno nuevo, nosot... -

- ¡Oh! - Taeyong alcanzó su celular. - ¿Lo perdiste? Te llamaré para encontrarlo. - buscó rápidamente colocándose el aparato en su oreja.

- Y-yo... ¿Te di mi número? - Yuta sintió su rostro sonrojarse.

- Sí, lo guardaste porque te dije que me gustaban los hamsters y que si alguna vez necesitabas un niñero me lo pedirias. - bufó Taeyong esperando a que el teléfono empezara a sonar.

¡Bebé a bordo! | 95 Line | NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora